�El padre Fabián Báez, párroco de María Reina en Villa Urquiza (Capital Federal) que fue ordenado sacerdote en el año 2000 por Jorge Bergoglio, celebró la decisión de Francisco, y revela un dato poco difundido: en Buenos Aires, todos los sacerdotes gozan ya de la autorización episcopal para absolver ese pecado. Lo más sorprendente es que la medida fue tomada por el Arzobispo Antonio Quarracino, antecesor de Jorge Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires, y al que la opinión pública en general, y el progresismo en particular, consideraba extremadamente conservador. La dispensa de Quarracino fue prolongada por Bergoglio.