Agustín (12 años) En febrero de este año descubrió de que se trata toda la magia del skate y las posibilidades de los saltos. Hasta entonces, su hobbie era el tennis, deporte que si bien no abandonó por completo, si relegó un poco para dejarle lugar a las prácticas en patineta. Y es todo un experto que quiere alcanzar el éxito en el metié. Tanto que sus zapatillas y algunas de las prendas que usa, son las que requiere este deporte. Tiene un desafío pendiente: lograr los saltos en la rampa, que son según su criterio, lo más difícil de hacer. Ignacio (12 años) Su historia es simple: un amigo le prestó su skate, le gustó y no quiso bajarse más. Ahora la tabla con rueditas convive con su pasión por la natación. “Son cosas distintas, en la natación es otro el esfuerzo, esto me gusta mucho más porque es entretenido y divertido”, define a su nuevo hobbie. No tiene horarios para practicarlo. Estar aburrido, por ejemplo, es una excelente razón para agarrar la patineta y salir a hacer malabares y saltos. Santiago (12 años) Hace apenas 4 meses que comenzó a hacer los primeros pasos en skate. Fue de la mano de su hermano, quien junto a sus amigos practicaban en el Banco Hispano. “Él me prestaba su skate y me enseñó lo básico. Después empecé a andar solo en la plaza pero aunque es cerca de mi casa, a mis padres no les gusta mucho porque es peligroso andar en la calle. Igual es un deporte muy copado”. Sebastián (16 años) “A mí me encanta ir a la plaza o salir a la calle a practicar pero soy conciente que es más peligroso que en una pista porque hay gente alrededor, uno los molesta o en las calles hay baches y uno se puede caer y hasta quebrarse. Es más, de algunos lugares hasta nos echan por eso. Pero los skaters estamos unidos y nos vamos a ubicar donde nos dejen, sea en un lugar público o privado. Los adultos tienen que entender que esto es lo que nos gusta hacer”.
