Las investigaciones predicen que los cambios en la disponibilidad de agua serán significativos, con situaciones de escasez hídrica más intensas y más frecuentes en las cuencas hidrográficas dependientes de la acumulación de nieve y su posterior derretimiento para abastecerse.

Ese será también el caso de muchas otras regiones productoras de fruta. A lo anterior se añade el crecimiento poblacional, el aumento del precio de la energía, la baja de los niveles de los acuíferos y el incremento de la demanda debido a la competencia por agua superficial y subterránea entre los diferentes sectores productivos. Esta interacción de factores liderada por el cambio climático podría convertirse en la “tormenta perfecta´ para la agricultura bajo riego. Stöckle afirma que no es posible revertir el cambio climático si no que sólo, quizás, reducir la intensidad e impacto de los cambios. Pero el científico confía que la agricultura y, en particular la fruticultura, tiene las herramientas para adaptarse a las nuevas condiciones agroclimáticas.