El es hijo de un funcionario del Gobierno de San Juan. Ella es hija de un ministro de la Corte de Justicia de la provincia. Pero semejante espalda política, al menos hasta ahora, no les está sirviendo para nada: los sanjuaninos Federico Ozollo y Guadalupe Balaguer están varados en La Serena desde el miércoles pasado y no pueden salir de Chile, porque les robaron todos los documentos personales y no tienen cómo demostrar legalmente su identidad. La misma noche fatídica les robaron el celular, plata, la camioneta en la que viajaban, y los ladrones se llevaron hasta los bolsos con la ropa, así que se quedaron con casi nada más que lo puesto. Desde entonces, viven golpeando puertas en oficinas chilenas. Pero aún no tienen novedades. "Me quiero ir ya, no aguanto más estar acá", lo resumió ayer Guadalupe, en una entrevista telefónica con este diario.
Las vacaciones de esta pareja, que además cruzó la cordillera con Tomás, el hijo de 11 años de la joven, se convirtieron en una pesadilla cuando les quedaba sólo un día para emprender el regreso a San Juan. Según contó ayer la mujer, la noche del miércoles pasado dejaron todo adentro de la cabaña, en el complejo Las Dunas (que da directamente sobre la playa y tiene un sistema de seguridad propio), y los tres salieron a caminar. La noche estaba fresca, tenían los bolsos casi armados y querían regalarse una despedida acorde a lo bien que la venían pasando en la costa del Pacífico. Pero el ánimo les cambió por completo ni bien volvieron a la cabaña: no estaba la camioneta Chevrolet y la puerta del alojamiento había sido forzada. Alguien se había robado el celular, las llaves del vehículo, los bolsos con la ropa y habían metido todo en la camioneta para robársela también. Al principio no lo habían notado, pero después cayeron en la cuenta de lo que terminó siendo lo peor: en el robo también les habían llevado los documentos de los tres.
Desde entonces, todo se volvió un peregrinaje de burocracia y trabas para la familia. "Al principio nadie se quería hacer cargo de nada, nadie nos escuchaba", contó Guadalupe. Incluso dijo que ni en la Fiscalía donde hicieron la denuncia se habían mostrado muy colaboradores. La pareja primero pretendía recuperar la camioneta y sus cosas, pero cuando empezaron a ver que eso sería prácticamente imposible (les dijeron, dijo la mujer, que ese tipo de vehículos suele ser contrabandeando hacia el Norte, rumbo a Bolivia), se concentraron en ver la forma legal de regresar al país.
"Desde el Gobierno de San Juan se pusieron en contacto con nosotros y nos ayudaron mucho, pero todo depende de las autoridades de acá. De a poquito se van haciendo cargo, pero todavía seguimos esperando, esto no tiene respuestas", enfatizó la joven.
Mientras hace los trámites y busca soluciones, la pareja sigue gastando lo poco que le queda de plata para comer. Sus propios familiares, desde San Juan, les recargan a diario crédito en el celular que les quedó para que puedan seguir en contacto. Y la ropa que usan se salvó de milagro del robo: "Por suerte -contó Guadalupe-, a la ropa sucia yo todavía no la había metido en los bolsos. Así que la mandamos a lavar y estamos usando eso, además de un par de buzos que quedaron sueltos. Si yo hubiera mandado a lavar antes y hubiera empacado eso también, a los tres nos habría quedado solamente lo que teníamos puesto esa noche".
En cuanto a dónde se están quedando mientras tanto, "el alojamiento sigue siendo en la cabaña, y a estos días el dueño no nos los está cobrando. Es lo menos que puede hacer. Hoy tenemos una reunión con él y el abogado que tenemos acá para definir los términos en la demanda civil", dijo Guadalupe.
De hecho, el abogado que contactaron en Chile no les cobra honorarios. Milita en una asociación de defensa de los derechos del consumidor, y le pagarán con una parte de la indemnización que resulte de la causa civil. Pero, a la vez, en la causa penal no tienen ningún tipo de horizonte: "Ya no creo que veamos la camioneta", confesó la muchacha.
Al mismo tiempo que esperan que se abra el camino burocrático para poder regresar a su provincia, los sanjuaninos aún no pueden entender cómo pasó lo que pasó. "La cabaña nuestra era la penúltima, así que los ladrones atravesaron la garita de control y todas las otras cabañas, porque este es un complejo cerrado, es como un country. Y encima, justo ese día no funcionaban las cámaras de seguridad", contó Guadalupe. Y agregó que "Federico ya había venido a este lugar antes, yo no. Era mi primera vez acá. No sé si habrá otra".

