La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo a la ONU ayer que las economías emergentes pueden jugar un rol vital para ayudar a contener la crisis económica global, en una nueva acción de esos países para convertirse en pares de potencias tradicionales. Rousseff, la primera mujer en la historia en abrir la Asamblea General de la ONU, dijo que “aún hay tiempo” para impedir que la crisis se propague más si países emergentes y desarrollados trabajan juntos y afirmó que las economías emergentes son “capaces y están dispuestas” a ayudar a resolver la crisis. “Esta crisis es demasiado seria para ser manejada por un pequeño grupo de países”, declaró. “Los gobiernos y bancos centrales siguen teniendo una mayor responsabilidad en llevar el proceso hacia adelante. Sin embargo, como todos los países sufren las consecuencias, todos ellos tienen el derecho a participar en las soluciones”, manifestó. También hizo un llamado a poner fin a la guerra monetaria. En ese sentido reclamó la “adopción de regímenes de tipo de cambio flotante”. Brasil se ha quejado desde hace tiempo de la política monetaria laxa de EEUU, que ha causado entradas excesivas de dólares a mercados emergentes de rápido crecimiento.
