Siguieron a su dueño y su guía para caminar o trotar con el cuello erguido y las caderas bajas. Mostraron su determinación al agarrar una pelota simulando que era su presa. Y se mantuvieron inmutables cuando el juez apretó el gatillo y se oyó el ruido agudo de la bala de fogueo. Así, los ovejeros alemanes dejaron ver su temple y eso les permitió a muchos de ellos quedarse con los mejores lugares en la etapa del Torneo Nacional del Perro Ovejero Alemán que se desarrolló ayer, en el estadio abierto.

Con su pelo brillante, las orejas en punta, las patas delanteras derechas y las traseras flexionadas, los perros de las 12 categorías (que van de 4 meses a 2 años, machos y hembras) salieron a la pista, para competir por el certificado que les permite ser mejor valuados entre los criadores.

Todos salieron con un guía que sostuvo su correa. Y siguieron a su dueño, que es quien corre adelante de ellos para marcarles la velocidad y el camino según las órdenes del juez. Para eso, los dueños usaron trompetas, platos de lata, silbatos o palabras que cada animal está acostumbrado a seguir. ‘Los ovejeros siguen el sonido que les resulta familiar. Sin embargo, cuando escuchan el disparo agudo, tienen que mantenerse equilibrados. El que reacciona es descalificado‘, explicó el criador Javier Martín.

Y esa fue la consigna que siguió cada uno de los ovejeros de distintas provincias que pasaron por la pista. Al final, cuando se disputó la categoría máxima, Machos Seleccionados, aparecieron las dos estrellas, Nick y Ober. Ambos perros, traídos desde Alemania, no defraudaron al público, sino que lo sorprendieron con su performance.