Antes trabajaba de lunes a lunes, de sol a sol, los 365 días del año y a la intemperie. Ahora lo hace de lunes a sábados, 8 horas diarias, bajo techo y con una semana de vacaciones por año. Antes comía los restos de comida que encontraba en la basura. Ahora, gracias al sueldo que gana reciclando esa basura, en su casa no falta el tradicional asadito de los domingos. Se trata de Ramón Heredia que hasta hace un año era uno de los cirujas que se rebuscaba la vida en el vertedero de residuos de La Bebida y que actualmente trabaja en el Parque de Tecnologías Ambientales que hoy cumple un año de inaugurado. El hombre contó cómo le cambió la vida desde entonces.
Ramón no pudo evitar las lágrimas al recordar los 20 años que revolvió toneladas de basura en busca de materiales para vender en una recuperadora y de algo para comer. Tarea que, por algún tiempo, hizo en compañía del mayor de sus 5 hijos, especialmente los días lunes que necesitaba personal de apoyo para aumentar las ganancias. ‘Esos días descargaban la basura de todo el fin de semana y había más oportunidad de conseguir cosas para vender o comer. Pero sólo nosotros dos comíamos de la basura para no gastar y llevar más comida a la casa. Por eso, cuando cobré mi primer sueldo de operario de la planta, hice un asado para toda la familia‘, recordó Heredia.
Pero esa no fue la única utilidad que le dio al primer cobro. Además de pagar algunas deudas, por primera vez le compró a sus hijos ropa nueva en una tienda, ya que hasta entonces todos se vestían con las prendas que encontraban entre la basura o conseguían en los roperos comunitarios. ‘Cuando estábamos en el vertedero y veíamos cómo avanzaba la construcción de la planta nos angustiamos porque pensábamos que nos íbamos a quedar sin el rebusque del cirujeo. Y lloramos de emoción cuando nos dijeron que nos iban a contratar para trabajar en ese lugar. Así fue, aunque nos costó adaptarnos‘, sostuvo el operario.
Heredia dijo que fue muy difícil adaptarse a trabajar en equipo, con horarios y reglas establecidas, y, sobre todo, perder la costumbre de llevarse o comer cosas de entre la basura. Razón por la que el trabajo se hizo rotativo y sin puestos fijos para ninguno de los operarios. ‘Esto es muy bueno porque vamos tomando experiencia para escalar puestos y mejorar nuestras vidas cosa que jamás podríamos haber logrado cirujeando‘, dijo el operario.

