Sea por la entrada que sea, el panorama es igual por todos los lados. En las más de 7 hectáreas del Parque Provincial de Rawson, inaugurado hace sólo 10 meses, los detalles abundan y, en conjunto, son la evidencia de permanentes actos vandálicos y descuido. Baños, farolas y juegos infantiles rotos, paredes pintadas con aerosol, pasto alto y plantas y áreas totalmente secas son parte de la lista de falencias que presenta el segundo parque de la provincia, cuyo mantenimiento está a cargo del municipio rawsino.

Dentro del predio, hacia el norte y en el área de juegos de niños, 5 de los 8 columpios están desolados, la calesita sólo tiene una de las cuatro sillitas, uno de los dos caballitos de hierro para balancearse fue arrancado de sus patas. "Mi primo más chico se subió a un tobogán y cuando se bajó tenía sangre en el brazo. Se había lastimado con el caño porque estaba roto", contó una nena que trataba de jugar en uno de los pocos columpios que quedan.

A unos metros de allí, los baños, si bien están limpios, no tienen ninguno de los elementos necesarios para mantener esa limpieza: no hay cestos de basura y los inodoros no tienen las palancas para descargar el agua. Y, no muy lejos de ahí, el lago también muestra las señales del abandono. Sus aguas tienen un color casi negro y suciedad, a pesar de que los camiones municipales sacan a diario de allí el agua para regar las plantas y la renuevan un poco. "Lo vaciamos y limpiamos en profundidad cada un mes con cepillos de alambre. A veces dura más y otras menos. Eso depende de la suciedad que deja la gente que visita el parque", aseguró la coordinadora de Parques y Paseos de Rawson, Andrea González.

La funcionaria sostuvo que los daños son ocasionados por algunas de las personas que pasean por el parque y que el mantenimiento y limpieza que tienen que hacer es permanente. "Hace menos de una semana estuvimos con el metalúrgico arreglando los juegos. El problema es que no sólo los usan los niños sino también chicos grandes que sólo buscan hacer daño", dijo.

Lo mismo sucede con los aspersores, que son robados ni bien son instalados, según González. Ese es el motivo, afirma, de que haya plantas y pasto seco, que tienen que ser regados con menos frecuencia por camiones municipales.

Sin embargo, al vandalismo se suma un evidente abandono: en todos los sectores del predio, incluido el anfiteatro natural, hay grandes canchas amarillas donde antes hubo parquizado verde y espacios donde el pasto no ha sido cortado y ha ganado gran altura.

Y la lista no termina. Las fuentes que están al sur del parque no están en funcionamiento y sus piletas sólo sirven para acumular hojas y basura. El motivo es que "no se prenden porque no hay suficiente presión de agua", argumentó la coordinadora. Además, en el anfiteatro artificial, que está en el mismo lugar, los vidrios de las farolas están rotos, faltan focos, hay paredes pintadas con aerosol, cajas de electricidad rotas y hasta se han roto los escalones.

Todo a pesar de que el parque se cierra de noche y cuenta con el mantenimiento permanente de una cuadrilla rotativa de entre 20 y 25 personas y la seguridad de la Guardia Urbana municipal.