Si bien en el maridaje lo que prima es el gusto personal, se pueden tener en cuenta diferentes aspectos que permitirán que cada plato con determinado vino sea una verdadera explosión de sabores, y entre ambos potencien sus cualidades.
* Un plato muy condimentado puede apagar el sabor de un vino suave. O a la inversa, un vino robusto neutralizará a un plato de sabor menos pronunciado.
* Lo ideal es servir vinos ligeros con platos fríos.
* Combinar vinos y platos con similar intensidad de sabor.
* En una comida con varios pasos, servir los vinos más ligeros antes que los más robustos, los vinos blancos secos antes que los vinos tintos, los vinos jóvenes antes que los de crianza; los vinos fríos antes que los servidos a temperaturas superiores.
* Recordar que la acidez del vino debe compensar o superar la acidez del plato.
* Evitar combinar platos muy salados con vinos tintos con muchos taninos.
* Combinar alimentos grasos y aceitosos con vinos con elevada acidez y buen cuerpo.
* La intensidad del sabor de la comida depende de la materia principal, por ejemplo carne o pasta, el tipo de especias, hierbas, salsas, guarnición y el tipo de cocción. En el vino la intensidad está determinada por la variedad de uva, el proceso de vinificación, el grado de alcohol, la acidez y los taninos.
