En el corazón de una plaza, en un barrio de Desamparados, los vecinos hicieron una huerta entre todos. Esto, con el objetivo de mantener verde este espacio que estaba desértico y que se convirtió en el punto de encuentro y de reuniones de la gente que vive cerca de ella. Esta huerta tiene unos 80 metros de largo y ahí, la gente del barrio plantó tomates, lechugas, cebollitas de verdeo, berenjenas y aromáticas, entre otras cosas. Estas verduras son cosechadas por los mismos vecinos cada vez que necesitan algún alimento.
Es en el barrio Amable Jones, a pocos metros de la plaza de Desamparados, donde la huerta con su cerco de cañas llama la atención de quienes transitan por la zona. Esa huerta, que cubre uno de los costados de la plaza, de punta a punta, es el corazón del barrio y es el gran atractivo que tiene la zona, que poco a poco se está poblando más.
Los vecinos comentaron que hace unos dos años empezaron con este proyecto, pero que este año la huerta repuntó con todo. Fueron impulsados por Ricardo Azócar, el vecino que es el cabecilla de esta movida que entusiasma cada vez más al resto de la comunidad. "Mi marido comenzó a parquizar esta plaza porque le encantan los espacios verdes. Ahí surgió la idea de hacer la huerta y los demás vecinos se entusiasmaron. Poco a poco la huerta comenzó a crecer, hasta que se transformó en lo que es actualmente", dijo Lucía de González, una de las vecinas que comentó que entre la gente de la zona riegan la huerta y la plaza, y que hace unos meses plantaron unos limoneros para hacer crecer este espacio.
Sobre el mantenimiento de la huerta, la gente del barrio contó que todos aportan un granito de arena. De hecho, el cuidado que tiene esta plaza se puede ver a simple vista. El césped corto y el verde brillante hacen que el lugar sea un pequeño paraíso. "Todos hacemos algo según la disposición del tiempo. Plantamos flores y, por ejemplo, hace unos días los pájaros dañaron algunas plantas y entre todos vimos qué hacer, para colgar unos CD, pues vimos que eso espanta a las aves. Esta huerta nos sirve además para tener una plaza cuidada y a la vez proveernos alimentos", dijo Gimena Andrieu, una vecina, mientras que otras personas que viven en los alrededores contaron que entre todos hicieron también el cerco de la huerta, porque los perros callejeros muchas veces dañaban las hortalizas.
La huerta es como el "hijo común" de los vecinos. Ahí, además de las plantaciones en el suelo, hicieron cajones con aromáticas. Y, además de ser el punto de encuentro de largas charlas, la huerta se convirtió en el lugar donde todas las mañanas los vecinos suelen reunirse a sacar algo que necesiten para preparar el almuerzo. Es que la producción de la huerta es para todos. "Muchas veces que necesitamos algo vamos y sacamos, y otras veces, mi marido cosecha todo y lo reparte. Para él es un pasatiempo que lo hace feliz y así siente que nos fortalece como vecindario", agregó Lucía y comentó que los tomates son la gran joya del lugar.