El bolso rosado con las ropita de la bebé, una manta de polar, camperitas tejidas y hasta los aritos de oro siguen en el mismo lugar desde hace casi tres meses. Es que, a pesar que les causa mucho dolor mirar todo lo que prepararon para recibirla, no quieren deshacerse de nada. ’Mi hijo nos prohibió que diéramos las cosas de su hermana’, dijo Paola Miranda, a casi tres meses de la pérdida de su bebé a punto de nacer por una supuesta falta de atención en la Maternidad del Hospital Rawson. La mujer dijo que tras ese día trágico su vida cambió por completo, pero que quien más sufre esa muerte es su otro hijo que tiene 8 años. Mientras la familia trata de salir adelante, la Justicia comenzó a llamar a declarar a los médicos del hospital (ver aparte).
Paola recuerda a la perfección cada fecha de los últimos controles médicos y dice que tiene en la memoria los rostros de todos los especialistas que la atendieron. ’Cómo olvidarme de esos días, si son los más tristes que me tocaron vivir’, dijo la mujer que tiene 35 años. No puede evitar llorar al hablar de su pequeña, sobre todo al contar cómo vive este duelo su otro hijo.
Mateo era el más entusiasmado de todos. Desde el día que se enteró que iba a tener una hermanita, la alegría se le había incrementado. La ansiedad de él creció cuando empezó la cuenta regresiva para la cesárea. ’Todos los días me decía que faltaba un día menos para conocer a su hermana y de la única forma que la vio fue en una foto cuando mi angelito ya estaba muerta’, contó Paola mientras le temblaba la voz y agregó que fue el mismo nene quien cargó el féretro de Luisana, así le pusieron a la bebé, en el cementerio. Es él quien todas las noche le da un beso a la foto y le repite a su mamá que quisiera tener una máquina del tiempo para que ’la mañosa’ esté con ellos. La mujer agregó que el nene comenzó a tener problemas en la escuela. ‘Las maestras me dijeron que le cuesta integrarse y debe ser por lo de su hermanita. Está mucho tiempo solo’, dijo y contó que a ella también le cuesta mucho seguir. Aseguró que hace pocos días recién comenzó a salir a la calle. ’Antes, sólo iba al hospital para unos controles, pero no tenía ganas de hacer nada’, dijo. Es que a pesar que ella sabía que su embarazo era riesgoso nunca se imaginó ese desenlace. ’Me habían dicho que el riesgo era para mí, que a ella no le iba a ocurrir nada, y mi hija se murió porque no me atendieron’, contó. Mientras Paola no puede sonreír con tranquilidad, su marido casi ni habla. Es que Lorenzo, que tiene 74 años dijo que ya no tiene expectativas de ser padre otra vez. ’Tenía todas mis esperanzas puestas en ella’, dijo el hombre, que ruega a Dios que les dé resignación ante tanto dolor.

