Conforme se avanzaba por la pasarela iluminada que llevaba a la cancha con las mesas en el club, se volvía más intenso el aroma de las paellas valencianas. En la cola que esperaba por su porción, algunos habían llevado sus propios platos, otros usaban los que ponía la institución. La organización preparó alrededor de 1.500 porciones, que casi no alcanzaron: de la paellera al tablón, Alfredo Mascarell y Pablo Cotes sudaban la gota gorda. También se acabaron los buñuelos y pastissets antes de la quema del ninot.
