Generalmente las ramas principales de un rosal abiertas crean una estructura denominada “vaso´, es para que el sol y aire lleguen al interior de la planta. El crecimiento ideal del rosal se logra cuando aparecen nuevos brotes y tanto en la parte superior como la inferior se recubren de hojas sanas y verdes, logrando una copa equilibrada. Sin la poda la mayoría de los rosales solo crecerían hacia arriba y quedarían sin follaje en la parte inferior. Es importante evitar que un rosal gaste su energía en mantener ramas viejas o débiles que ya cumplieron su función. La poda es cortar las ramas enfermas, quebradas y que obstruyen el paso del aire necesario para su limpieza y formación. La madera vieja se elimina. En otros casos dejamos un tocón de 2 a 3 yemas, siempre que la savia sea optima. Si el color de la savia que se encuentra en el centro de la rama es blanco y verde claro es buena. Si su color es marrón es mala, por lo tanto esa rama se elimina desde abajo. Solamente cuando el color empieza a ser claro, el brote está sano. Para realizar la poda el rosal debe estar totalmente desfoliado. Si todavía posee algunas hojas deben retirarse a mano. Los criterios de poda son específicos de cada planta. Quiere decir que se practicará una poda drástica si el rosal está enfermo o muy debilitado. De lo contrario su poda será siguiendo el criterio de desarrollo de cada planta. Nos ubicamos frente a él y observamos en qué condiciones está, cuando tenemos el panorama claro comenzamos a podar. De acuerdo con las rosicultoras de San Juan que llevan años en esta experiencia, no siempre se poda igual. Si no hubo suficientes heladas y frío la savia no baja y por lo tanto debemos respetar este fenómeno y ser cautos al podar realizando una poda alta y una profunda limpieza, cortando todos los tallos secos, viejos y débiles (los menores del grosor de un lápiz). Se usan tijeras de una mano, y si es un tocón o rama muy gruesa, se puede usar tijeras de dos manos. El corte debe ser a bisel por encima de la yema, la distancia que separa la yema del corte nunca debe ser superior al centímetro (1 cm.) y con la inclinación opuesta a ésta, para evitar que el agua escurra sobre la yema. Antes de comenzar a podar, se deben limpiar y afilar bien las herramientas, para evitar la transmisión de enfermedades de una planta a otra.
