Para conseguir un efecto armonioso en un cerco, al finalizar el trabajo de poda, debe quedar más estrecho por la parte superior que por la inferior. Para conseguir mantener la horizontalidad puede servir de guía un par de estacas clavadas en el suelo a la altura deseada y una cuerda tensada entre ambas. Los cercos de coníferas se podan una vez al año, cuando hayan crecido los brotes de primavera. No vuelven a rebrotar por la parte podada, así que ésta no debe ser muy enérgica. Los cercos de hoja caduca deben podarse dos veces al año casi desde su plantación, para que así sean más compactos y proporcionen la necesaria protección. Una se efectuará en invierno y la otra cuando se produzca la brotadura primaveral y la madera esté un poco dura.
