A Desamparados le quedan tres fechas para la esperanza. En la cancha, aún puede. Pero lo que conspira contra sus aspiraciones está afuera. Desde la dirigencia no bajan líneas coherentes que le marquen el camino para seguir creyendo que se puede. El último eslabón de una cadena de papelones lo concretaron con las marchas y contramarchas para sostener a Héctor Arzubialde en el cargo. Fue otro capítulo para la lástima porque a primeras horas de la tarde del lunes ya había incluso hasta otro entrenador elegido para suplir a Arzubialde pero luego a últimas horas de la noche, todo se revirtió. Nadie dijo bien los porqué pero esa contramarcha no hizo más que plantear si esta dirigencia ya está descendida o si nunca estuvo a la altura de la Primera B Nacional. Así, con esos papelones, pensar en mantenerse es imposible. Una materia pendiente para todos.
