El 1 de abril del 2005, una chica y sus amigos irrumpieron al Cementerio de la Capital y robaron un féretro con el cadáver de una beba de un mes de vida.
El caso salió a luz por la aparición del cajón en una cuneta de Concepción. Después, un joven se presentó asustado en la comisaría y dio un relato aterrador: contó que en una ocasión en que estuvo emborrachándose con unos amigos, vio cómo una chica descuartizaba el cuerpo de una criatura como parte de un rito satánico. La Policía identificó a esa joven (en ese entonces de 24 años) y después halló los restos mutilados de la beba en un tinglado de Mendoza y Benavídez. La muchacha fue detenida, pero luego la liberaron porque no le imputaron ningún delito, además tenía alteraciones mentales.
