Hoy domingo se juega en Chaco la renovación del mandato de Jorge Capitanich. Todo hace prever un triunfo por encima del 60 por ciento. Esto seguramente será motivo de mezquinos análisis del día después, mencionando al éxito como producto de la dependencia del gobierno central. Lo cierto es que este gobernador -comprometido desde su gestión como senador como un espadachín de la defensa del proyecto nacional- ha modificado la matriz productiva de su provincia transformándola en una zona estratégica como potencia agroalimentaria. Sin mencionar, el desarrollo industrial y turístico generador de miles de puestos de trabajo, la priorización de la obra pública, la construcción de miles de viviendas para sectores marginados y la contención de los pequeños productores, garantizando equipamiento y tecnología, además de regularización de la tenencia de la tierra.

Sin duda Chaco es tal vez la provincia donde el bipartidismo es una realidad palpable antecediendo la gestión Capitanich,

gestiones radicales, que no lograron sacar a esa provincia de su postración histórica. Por lo mencionado, considero que el seguro triunfo no tiene otra explicación que la retribución genuina del pueblo a aquellos gobernadores que interpretan acabadamente las necesidades de su comunidad.