En el complejo de la UNSJ los chicos hasta recurrieron a juegos tradicionales, y casi olvidados, para matar el aburrimiento. Algunos jugaron al tejo, mientras otros, al huevo podrido. Otros se apostaron sobre la orilla del agua para tomar mate, tocar la guitarra y hasta hacer esculturas obscenas con la arena. El ambiente se mantuvo tranquilo y sin ningún tipo de disturbios. Los chicos dijeron que estaban tan aburridos que no tenías ganas ni de hacer lío.