Minutos antes Elías Heredia (7) había sangrado por la vía intravenosa. Se estaba limpiando con una gasa cuando Julio Calvo y Teresa Usandivaras, del dúo Los Musiqueros, entraron a la habitación. Le preguntaron si podían compartir una canción y el pequeño, en tratamiento de quimioterapia por un tumor cancerígeno, aceptó sorprendido. Y lo que minutos antes había sido otro momento triste en su internación cambió a una función propia del grupo en su habitación, cantando a trío y hasta con el niño acompañando en la percusión. Fue parte de lo que Los Musiqueros realiza generalmente en el Garrahan y que ayer hizo en los servicios de Pediatría de los hospitales Rawson y Marcial Quiroga.

Ir habitación por habitación cantando canciones infantiles pertenece al programa no gubernamental Proyecto Cultura y Salud, que pretende llevar música en vivo a los hospitales y darles el derecho a los niños de escucharla. Los Musiqueros, que brindaron un show en el Teatro Sarmiento el viernes, se quedaron en San Juan para ir ayer por la mañana al Rawson y Marcial Quiroga.

En el encuentro con Elías hubo una química especial. El niño se divirtió primero con las canciones que le dedicaron y luego, animado por Julio y Teresa, dejó su cama y entre los tres le cantaron el ‘Arroz con leche’ a su compañera de habitación, Luciana Sánchez, de apenas un año.

El dúo siguió habitación por habitación, siempre pidiendo permiso y usando una guitarra e instrumentos no convencionales de fabricación casera. Otro momento intenso fue cuando hicieron dormir a Luciana Vargas, de 3 meses. Julio y Teresa invitaron a la mamá y a coro susurraron el ‘Arroró’. A medida que avanzaba la canción de cuna, la bebé lentamente comenzó a cerrar los ojos.
A su vez, en otra habitación se dio todo lo contrario. Micaela (17), accidentada en moto, y Valentina (8), en quimioterapia, se divirtieron hasta las carcajadas con las ocurrencias de una canción que hablaba de un personaje que se olvidaba la camisa en la misa y el calzón en el sermón. ‘Me divirtió mucho. Gracias’, les dijo Valentina, que por un rato dejó de lado su timidez.

‘Cada vez es una experiencia hermosa. El objetivo es sacar una sonrisa en los chicos y cuando lo logramos nos sentimos plenos. Más aún si de paso cantan o tocan los instrumentos con nosotros. Le llevamos un poco de música en vivo a los niños que no pueden ir a un lugar para escucharla’, confesó Teresa.