Salir a la calle, entrar a un negocio, andar en colectivo, hacer una fila, pagar una boleta, saludar a un conocido. Todo implica necesariamente un contacto con otras personas, por mínimo que sea. Y a todas esas actividades de rutina se sumó un nuevo acompañante, que se está haciendo presente en las calles sanjuaninas como si fuera un accesorio más que está de moda. Verdes, azules, blancos, celestes, de tela o material sintético, los barbijos ya son moneda corriente en la vía pública, aunque aún no son muy comunes entre el personal que está trabajando dentro de los negocios.

Cruzando las plazas, en la peatonal y hasta dentro de los colectivos, taxis y remises, la gente parece haber roto el prejuicio de usar este tipo de protección asociada frecuentemente a las personas enfermas, según ellos mismos admiten al ser consultados. Así, desde hace algunos días y, sobre todo, desde ayer, efectivos policiales, asistentes del ECO, niños, personas mayores y choferes de transporte público son los que más parecen haberse prendido a las medidas para combatir la pandemia de la gripe porcina. A estos se sumaron unos pocos empleados de comercio y encargados de locales y oficinas de atención al público. Y todos ellos dicen haber tomado las medidas de forma voluntaria.

Algunos afirman que lo hacen por temor a contraer la gripe porcina; otros, debido a la insistencia mediática; otros cuentan que padecen enfermedades y son más propensos al contagio; y otros tantos, sólo por prevención. Lo cierto es que la mayoría de ellos admite que recién ahora están tomando más conciencia y que eso ha significado todo un cambio en sus costumbres. A las máscaras, en muchos casos, se suman botellas de alcohol en gel y guantes de látex. Y dentro de sus hogares, estas personas preocupadas por su salud aseguran que limpian más seguido y están más pendientes de la higiene personal.