Schoenstatt es mucho más que un lugar en el mapamundi. Es un movimiento internacional con presencia en 42 países -incluida la Argentina- que brega por los principios católicos, entre ellos la familia y la solidaridad. Schoenstatt está a 8 kilómetros de Coblenza, donde el río Mosela desemboca en el Rhin, en territorio Alemán. Es una aldea que en el siglo XII fue poblada por las monjas agustinas. El arzobispo de Tréveris les regaló el terreno, calificándolo como “un bello lugar” (en coincidencia con el nombre del lugar que en alemán antiguo -eyne schoene Statt- tiene ese significado). Al cabo de un tiempo las religiosas abandonaron el convento en ese lugar, que por las vicisitudes de las guerras, quedó destruido. A comienzos de este siglo el antiguo predio fue adquirido por los Padres Palotinos, congregación oriunda de Italia fundada por San Vicente Pallotti (1795-1850). En 1912 se inauguró una nueva casa de estudio a cargo de un rector, un cuerpo de profesores y un padre espiritual, cargo que recayó en el padre José Kentenich. Entre todos se ocupaban de la formación de los jóvenes. El propio José Kentenich con sus acciones fue más tarde, el fundador de la Obra de Schoenstatt, como movimiento apostólico. Justamente este padre encontró refugio, ante los peligros de las guerras mundiales (él mismo fue enviado en 1941 al campo de concentración de Dachau), en la Virgen ya que según cuenta, decía que “les ofrecía, a él y a sus educandos, sellar un pacto, una Alianza de Amor´´. Entonces el 18 de octubre de 1914 expuso su “secreta idea predilecta´´, su “audaz pensamiento´´ y convirtió el convento en “lugar de peregrinación, en un lugar de gracias, para nuestra casa y para toda la provincia alemana y quizás más allá´´. Los seguidores de la institución aseguran que “la historia futura demostró que el Padre Kentenich no se equivocó en la interpretación del querer divino´´. El 9 de julio de 1947 el Papa Pío XII concedió la indulgencia plenaria a quienes visitan el Santuario, según las normas de la Iglesia. El Movimiento Apostólico de Schoenstatt incluye propuestas con diferentes orientaciones y niveles de compromiso, desde grupos de laicos hasta órdenes religiosas, las que se organizan en ramas. Hace años, el movimiento llegó a la Argentina y se instaló en Florencia Varela. Desde entonces se diseminó por el país. En San Juan, la Schoenstatt, ofrece actividades para matrimonios, para mujeres, para jóvenes (en grupos de hombres y mujeres). Además están las voluntarias y las misioneras que llevan el cuadro de la virgen dónde lo solicitan. Para celebrar en el 2014 los 100 años de la entidad, la institución sueña con levantar una ermita en el terreno donado en Alto de Sierra.