Todo el mundo tiene cosas que ya no usa y de las que se quiere deshacer. Y siempre hay alguien que necesita esas cosas y las quiere comprar. Así funciona la venta de garaje, donde se ofrece artículos de todo tipo y de todas las épocas a precios accesibles y convenientes. Hoy, la gente tendrá la posibilidad de entrar a un patio lleno de mesones repletos de objetos diversos, mirar, revolver entre ellos y encontrar lo que busca desde hace mucho tiempo o lo que más le sorprende, para llevárselo a su casa.
"La venta se nos fue las manos, empezamos siendo pocas las amigas que tuvimos la idea de vender lo que ya no nos sirve. Y terminamos siendo 20", cuenta Susana Matellán, la ideadora del evento. La noticia de la venta comenzó a correr hace casi un mes de boca en boca. Después, la tecnología, a través del Facebook y el correo electrónico, colaboró para que muchas personas se sumaran a ella. Y también para que muchas otras se enteraran de la movida y se animaran a ir a comprar de todo. Así fue como tomó forma la venta de garaje, que comenzó ayer y que seguirá hoy a partir de las 17, en Santa Fe 2751 Oeste, con entrada libre y gratuita.
En el lugar, todo está organizado. Cada elemento tiene un código que lo une a los otros de su rubro y están expuestos juntos y etiquetados con los precios. El sistema es sencillo, las encargadas de vender son las mismas mujeres que proveyeron los productos. Después, cada una se queda con el dinero que recolectó por los elementos que le pertenecían y fueron vendidos y la dueña de casa y organizadora se queda un porcentaje de ese dinero.
Las amigas cuentan que juntarse a armar la venta es como hacer terapia en grupo, porque a algunas les cuesta deshacerse de lo que no usan, las otras las incentivan y después no pueden parar de llevar elementos para vender. "Che, me da cosa vender esto, es que me lo regalaron, aunque no me acuerdo quién", dice una de las mujeres mientras deja una caja en una de las mesas y el resto se ríe.
Así se forma la ensalada de elementos que se vende. Hay desde libros, cd’s y películas, hasta elementos de fotografía y artículos antiguos. También hay lugar para vestimentas de todas las décadas, en los percheros se mezclan los vestidos ochentosos con las típicas camisas de los noventa y un par de zapatos de lo más moderno sin uso, que su dueña puso en venta porque le quedan grandes.
Del otro lado de los mesones, el público puede mirar hasta hartarse y comprar todo lo que le gusta. Y hasta puede descansar en un bufet preparado para ellos.

