A las 5 de la mañana arrancó el día para Valeria Gómez. Pese al sueño y al cansancio, estaba feliz. Le donaron harina y, gracias a esto, podrá hacer sopaipillas para los 300 chicos que asisten al merendero Niño Jesús que funciona en su casa en La Bebida. Serán para acompañar el ‘yerbeado’, ya que esta vez no tendrá la suerte de tomar leche. Sólo le quedan 2 cajas y necesita 8 para cubrir la demanda. Esta es la situación que atraviesan la mayoría de los merenderos que funcionan en la provincia a raíz de la crisis económica que afecta al país. Creció hasta 50% la demanda del año pasado, pero ahora manejan menos recursos.
El merendero Niño Jesús funcionaba en el asentamiento La Defensa, en La Bebida, departamento Rivadavia. Pero el año pasado se trasladó al Barrio Sierras de Marquesado, y Valeria Gómez pensó que la mudanza provocaría una baja en la demanda, pero se equivocó. ‘Pensé que iba a tener menos chicos en el merendero. Pero de los 200 chicos que asistían el año pasado pasamos a 300. Y cada vez es más difícil tener merienda para todos’, dijo la mujer.
Valeria contó que el merendero va a cumplir 10 años el 15 de abril, y que en todo este tiempo sobrevivió gracias a la solidaridad de la gente, y de alguna ayuda que hasta el año pasado recibió del municipio de Rivadavia. Agregó que, por primera vez, este año le recibieron ‘los papeles’ en el Ministerio de la Familia para tramitar alguna asistencia. ‘Antes les daba merienda a los chicos los lunes, miércoles y viernes pero, ahora, sólo dos veces a la semana. Y si consigo algo de ayuda les hago almuerzo al menos un sábado al mes’, sostuvo la mujer.
El merendero Infancias Felices también funciona en Rivadavia y pertenece a la Asociación Leb. Nació hace 7 años como un comedor, pero por la crisis terminó ofreciendo sólo meriendas. Es que en todo este tiempo sobrevivió principalmente gracias a las donaciones, ya que oficialmente sólo le aportaron galletas y cereales para su funcionamiento, según dijo Ana Paula Scellato, de la Asociación. Actualmente, 150 personas asisten a este merendero en el que creció la demanda al sumarse un nuevo grupo etario: los adultos mayores. ‘Antes no llegábamos a los 100 asistentes, ahora tenemos 150 porque también se sumaron algunos abuelos a los que les cuesta mucho sobrevivir a la crisis. Y los recursos son cada vez menos por lo que tuvimos que reducir los días de merienda. Antes la dábamos 3 veces a la semana, y ahora sólo 2’, dijo la mujer.
La Asociación del Milagro tiene un merendero en Pocito y Otro en Capital, asistiendo a 170 niños y adolescentes en la actualidad, unos 60 más que hasta el año pasado. Y con muchas limitaciones. Adriana Muñoz dijo que ayer, fue la primera vez en el año que pudo darles merienda a los 120 chicos de Pocito. Fue gracias a que un comerciante les donó leche y arroz. ‘La crisis nos afecta a todos y cada vez es más difícil recibir donaciones para que funcionen los merenderos, ya que no tenemos ayuda oficial aún. Por ahora nos estamos manejando con colaboración del Banco de Alimentos y de la gente. Y estamos buscando un tambo o un comerciante que nos apadrine para asegurarnos tener leche al menos. El merendero de Capital funciona en mi casa y asisten 50 chicos porque no tengo más espacio. Por eso, implementamos también meriendas para llevar para los niños que se acercan a pedir, y que son varios’, dijo la mujer.
La crisis también alcanzó a los 20 merenderos que dependen exclusivamente de Cáritas San Juan y a los 10 que dependen de algunas Cáritas parroquiales donde también creció la demanda y hubo que duplicar la inversión para asistirlos, aunque aún así no siempre alcanza. Gonzalo Tobares, director de Cáritas San Juan, dijo que esto se debe a que creció la mitad la cantidad de gente que asiste por la merienda a estos lugares y a que los precios no paran de subir por la inflación. ‘A cada uno de estos merenderos asisten, en promedio, unos 78 chicos, casi un 50% más que el año pasado. Es por eso que tenemos que destinar $7 millones al año para asistirlos con mercadería, cuando antes destinábamos unos $3,5 millones. Este dinero llega de Cáritas Argentina, porque las filiales no manejamos tantos fondos. De todos modos, no alcanza. Por eso tratamos con algunos supermercados que nos donan la mercadería que está por vencer’, dijo Tobares.
El comedor De todo Corazón, en Caucete, está por cumplir 3 años. Sandra Quinteros, su fundadora, sueña con conseguir lo necesario para festejar el aniversario junto a los 67 chicos que asisten al mismo. Pero sabe que será difícil. Actualmente, y si las donaciones lo permiten, le da merienda a los asistentes sólo los viernes y almuerzo, los sábados. ‘Todo cuesta, pero le ponemos el corazón para que el comedor siga funcionando. Este año conseguimos que el Gobierno nos ayude con 10 módulos alimentarios (leche, azúcar, harina y aceite) que alcanzan para la merienda de dos días nada más. Por eso seguimos apelando al buen corazón de la gente por ayuda. Sin esa ayuda desinteresada que recibimos no podríamos seguir’, dijo Quinteros.
Hace un par de años, y por ‘falta de ayuda oficial’, cerró sus puertas un merendero en Caucete que asistía a 110 niños. Pero, ante la necesidad de la gente, buscan reabrirlo. Hoy, en el Barrio Cura Brochero de ese departamento, se realizará un bingo y una feria americana para recaudar fondos para poder concretar este fin. ‘Vamos a volver a brindar esta ayuda porque hay mucha gente necesitada. No va a ser fácil, pero vamos a bajar los brazos porque no hay nada más triste que ver a un niño con hambre’, dijo Patricia Llano, una de las mujeres que busca reabrir el antiguo merendero.