El Mercado Regional del Sur (Mercosur), la asociación comercial de cinco naciones del Cono sur del continente, parece haber quedado marginado en un contexto mundial de acuerdos trascendentes de asociación e inversión para crear bloques económicos donde se encuentran los principales mercados internacionales.
Argentina y Brasil, los principales socios del acuerdo sudamericano, siguen sin reaccionar frente al nuevo escenario global. Uno con sus miradas en el recambio presidencial y el otro inmerso en un escándalo político mayúsculo, y ambos con índices deficitarios de crecimiento. Estas circunstancias obligan a revisar cuanto antes la estrategia del Mercosur para sumarse al avance estratégico de acuerdos que van a tener gran impacto macroeconómico, como el reciente Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, la sigla en inglés) que reúne a 12 países de América, Asia y Oceanía.
Este bloque, donde están los mercados más poderosos del mundo, precede a las negociaciones de un Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión entre la Unión Europea y Estados Unidos, en tanto se desarrolla por su parte una Asociación Económica Regional Integral entre los países del Asean: Australia, India, Nueva Zelanda, China, Japón y Corea del Sur. Basta señalar que, en conjunto, representan más del 70% del comercio agroindustrial mundial y concentra a los principales proveedores de alimentos como EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, con llegada directa a los mercados más importantes, caso de China, Japón e India.
El TPP ha generado tal revuelo, que junto a las otras asociaciones plantea una revolución comercial sin precedentes en estos movimientos, y con incidencia sobre la próxima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en diciembre en Nairobi, donde las partes a buscarán imponer los acuerdos. Los expertos dicen que el cónclave echará las bases de las nuevas relaciones mundiales de comercio e inversión para las próximas décadas.
¿Y el Mercosur? Lamentablemente nuestro alicaído sistema regional no forma parte de ninguna de las nuevas negociaciones y tiene escasa relación a través de acuerdos con algunos de los países que forman parte de las asociaciones poderosas. Los analistas barajan numerosas alternativas para no dejar pasar el tren de la historia, pero se necesitan estrategias con decisiones políticas enfocando al horizonte, pero no aparecen.
