Tiene 36 años, pero dice que todavía no cumple uno. Es que el próximo 7 de mayo recién se cumplirá el primer aniversario del accidente que casi le costó la vida. Y que le dejó secuelas imborrables. Aún tiene pérdida de memoria como consecuencia del fuerte politraumatismo de cráneo que sufrió en aquella ocasión, golpe que no logró borrar el vértigo que sentía cada vez que manejaba una moto. Es Marcelo Gimbernat, un joven que heredó la pasión por estos vehículos y que, junto a los miembros del Club Coronados de Gloria, organizó un encuentro nacional de motoqueros para dar gracias por estar vivo.

A los tres meses de vida se subió por primera vez a una moto. Fue cuando sus padres, motoqueros de toda la vida, lo llevaron a conocer el mar. Dice que, desde entonces, nació la pasión que mantiene viva hasta el día de hoy. A pesar de que el destino estuvo a punto de ponerle fin. "Los de la ambulancia no se apuraban a levantarme de la calle porque decían que estaba muerto. Si hasta me taparon la cara con una sábana -contó Marcelo Gimbernat a DIARIO DE CUYO-. Pero mi hermano no lo creyó y me llevó al hospital en su camioneta. Y me salvó la vida. Rompí una columna de la luz con mi cabeza, donde me estrellé luego de arrojar a mi hijo al piso para que no le pasara nada".

Así recordó este motoquero el accidente que protagonizó el 7 de mayo del 2009 junto a su hijo de 10 años. Y del que todavía no termina de recuperarse. Estuvo 14 días en coma, lapso en que lo operaron para reemplazar parte de su cráneo por una placa de titanio. La cirugía fue un éxito, aunque seis meses después recién pudo comenzar superar las consecuencias. "No conocía a nadie, no recordaba nada y ni siquiera podía caminar -contó-. Si hasta me tuvieron que enseñar a dar nuevamente los primeros pasos. Lo que nunca pude recuperar fue el sentido del gusto y del olfato".

A pesar de todo, Macerlo sostuvo que nunca tomó aquel accidente como una fatalidad, sino más bien como una oportunidad para un cambio de vida. Aprendió a rezar el Padre Nuestro, el Salve y la oración del Ángel de la Guarda, y a lucir en su cuello un rosario de madera que no se quita ni para dormir. "Somos tres hermanos varones y motoqueros -dijo-. Los tres tuvimos un accidente en moto a los 35 años y en el mes de mayo. Más que una casualidad, me parece que fue una señal de Dios para hacernos comprender que existe. Y lo logró".

Marcelo Gimbernat pertenece al club de motoqueros Coronados de Gloria, al que considera una familia que lo ayudó a salir adelante, junto al amor de su esposa y de sus dos hijos. Y es con este grupo con quien organizó un encuentro nacional de motoqueros este fin de semana con el objetivo de compartir la pasión por las motos y la felicidad de estar vivo. El mismo se llevó a cabo en un camping de Pocito y contó con la presencia de motociclistas que llegaron de distintos lugares de la provincia y del país, y que en caravana recorrieron las rutas sanjuaninas para mostrar sus chiches.

En el encuentro, que comenzó el viernes pasado y que continuó ayer durante todo el día, estos amantes de los fierros compartieron asados, músicas y experiencias nuevas, sobre todos los que por primera vez llegaron a la provincia para participar de un evento semejante.