La vinculación de José Arancibia con la empresa metalúrgica de su padre tomó su tiempo, aunque desde siempre tuvo claro que algún día tendría un lugar de privilegio allí por su condición de único hijo varón. Arrancó en la adolescencia cuando comenzó a encargarse de la limpieza en la empresa los sábados a cambio de unos pesos para las salidas de fin de semana. El padre y fundador de esta empresa familiar había mantenido al margen de su negocio a sus cuatro hijos para no perturbar sus estudios, lo que les permitió desarrollar una vida normal. Igual, la herencia pesó tanto en José que a la hora de elegir una carrera universitaria no dudó en inscribirse en Ingenería Electromécánica. Todo lo que le había enseñado su padre sobre tornos y soldadoras lo marcó a fuego. Y si bien sus estudios no terminaron con título, el cursado hasta el 4to. año de esa carrera le abrió definitivamente las puertas de la empresa familiar. En 1997, José Arancibia tomó el desafío de darle despegue definitivo a una empresa que había nacido como un sueño unipersonal en 1969 de las manos y el sudor de Benito Oscar Arancibia, hoy de 80 años.
José, hoy con 42 años, tomó el control efectivo de la parte de producción y ejecución de los trabajos "que requieren de un hombre", reconocen él y sus hermana Silvia que lleva la parte administrativa de la empresa y que cuando arrancó su hermano ya contaba con 15 años de experiencia laboral en la empresa familiar.
El gusto por la construcción de grandes estructuras, que lo fascinaba de niño, la enseñanza invalorable in situ que le transmitió su padre durante tres o cuatro años, y los conocimientos técnicos aprendidos en la universidad, fue el cóctel que ayudó a José a dar el gran salto. La empresa que durante años contó con una fuerza laboral de 5 o 6 empleados, hoy cuenta con 22. Metalúrgica Arancibia hoy da sustento a 27 familias en total sumando a sus cinco socios: el fundador y sus cuatro hijos. No fue fácil llegar hasta aquí porque en el medio hubo vaivenes y crisis importantes en el país. La bonanza llegó de la mano del esfuerzo y el trabajo conjunto y disciplinado que permitió aumentar la capacidad de trabajo y consecuentemente, incorporar nueva maquinaria como una creadora de engranajes de hasta 1.800 mm de diámetro, cilindradoras de chapa de hasta 38 mm de espesor, tornos de 3.000 Kg, maquinaria para soldaduras semiautomáticas, entre otros.
Pero "hay materias pendientes", confiesa José al hablar del presente y proyectar el futuro no sólo de su empresa sino del sector. Primero se queja porque a su entender "el boom de la minería en San Juan no llegó a impactar en las medianas empresas de la provincia porque se privilegia a las firmas extranjeras". "Es increíble que nosotros todavía no le hayamos facturado nada a la Barrick", afirma José. Otro punto en contra es la falta de mano de obra especializada. "Aquí también nos cuesta mucho conseguir personal capacitado como soldadores y torneros". "Tenemos que formarlos nosotros mismos lo que requiere de un costo extra en tiempo y dinero y cuando ya están listos se los llevan las empresas extranjeras". "Hay que trabajar en conjunto las escuelas técnicas, el Gobierno y nosotros para cambiar esta historia", advierte.
El empresario que se define como un técnico más que un luchador sueña que su hijo Bautista (8) algún día ocupe su lugar en la metalúrgica, pero como hizo con él su padre, no lo presionará para que elija su futuro libremente.

