Se propusieron que los chicos de la escuela Carlos Doncel, de Sarmiento, vivieran un día distinto. Y ayer lo lograron. Llevaron donaciones de ropa y juguetes para regalar, pero eso no fue todo, porque además dejaron su huella con el trabajo que hicieron. Es que con máquinas de soldar, cascos y muchas herramientas más, los estudiantes de la Boero llevaron los talleres de su escuela y hasta repararon el termotanque del humilde establecimiento que está en Media Agua. Esta actividad solidaria fue en el marco del festejo de los 80 años de la escuela técnica que es pionera en la capacitación de torneros, mecánicos y soldadores, entre otras especialidades (ver página 8). El aniversario es en noviembre, pero realizarán actividades durante todo el año.
Tras recorrer una calle de ripio y de adentrarse en la soledad del Sur de Media Agua, los alumnos de la escuela Boero empezaron a cumplir su objetivo. Rompieron con el silencio de la escuela Doncel, que está inmersa en el medio de la nada y que a pesar de que está a pocos kilómetros de la villa cabecera de Sarmiento es un establecimiento rural, con pocos alumnos y en el que la mayoría viene de familias de bajos recursos.
La actividad en Sarmiento arrancó a las 9 de la mañana. El frío calaba los huesos, el agua de las veredas estaba congelada y el aire entumeció las manos. Sin embargo, los alumnos de la Boero cargaron sobre sus hombros las pesadas bolsas con donaciones, bajaron las herramientas y se pusieron a trabajar.
Durante la actividad se vieron dos realidades opuestas. Los alumnos solidarios bajaron de los colectivos bien abrigados. Llegaron con camperas gruesas, con guantes, gorros de lana y hasta con bufandas, mientras que los niños de la Doncel llegaron a su escuela en los portabultos de alguna bicicleta, en moto y hasta caminando (algunos hacen más de 3 kilómetros diarios). Ellos dijeron que están acostumbrados al frío. De hecho las mejillas coloradas y las manos paspadas por el aire helado dieron cuenta de eso. Sin embargo, a pesar de las diferencias, los estudiantes de ambas escuelas disfrutaron por igual la jornada.
Los ruidos parecieron hacer eco. El sonido de la soldadora, la amoladora y el golpe de los martillazos en las chapas se escucharon durante toda la mañana en la escuela. Con los clásicos guardapolvos azules, los docentes y alumnos de la Boero utilizaron su conocimiento en distintos oficios, y con guantes repararon el cartel de entrada de la escuela y lo dejaron como nuevo. Esto no fue lo único. El patio de juegos de la salita de nivel inicial, en donde los únicos tres juegos estaban rotos, tuvo vida de nuevo. Entre la tierra y el salitre del lugar, y mientras bebieron a sorbos un chocolate caliente para entrar en calor, los chicos repararon el tobogán, pusieron dos columpios con cadena y asiento nuevo y hasta dejaron cero kilómetro el sube y baja, para que los niños de jardín (hay una salita integrada con chicos de 3, 4 y 5 años) puedan jugar en los recreos. Y mientras todos trabajaron o jugaron, el olor a choripanes hizo que a todos se les despertara el apetito. Es que, al finalizar, los estudiantes y los docentes de los dos establecimientos compartieron el almuerzo en el patio de la escuela.
Los regalos que quedaron en Media Agua
Formadora de trabajadores
La escuela Boero se organizó formalmente como institución con el nombre de Escuela de Artes y Oficios, el 15 de noviembre de 1937. Tuvo su primera sede en Villa Colón, en Caucete. Desde sus inicios se destacó por ser una formadora de trabajadores, pues se creó por la falta de soldadores, torneros, mecánicos, carpinteros y constructores en esa comunidad.
En 1944 el terremoto que azotó a la provincia destruyó el edificio precario donde funcionaba la escuela, y en 1945 se trasladó a la zona de Trinidad, departamento Capital, donde se le asignó el nombre de "Escuela Técnica de Oficios", reemplazando más adelante este nombre por el de "Escuela Industrial – Ciclo Medio". En 1965 el Consejo Nacional de Educación Técnica la llamó ENET Nro. 1 y le agregó el nombre del ingeniero Rogelio Alejandro Boero, un destacadísimo profesional, fundador de la Facultad de Ingeniería de San Juan, entre otros logros.
Durante muchos años, la escuela fue destacada por sus alumnos y sus proyectos. En varias ocasiones recibió premios de automotrices para que los estudiantes hicieran prácticas y cada año hace una gran feria en la que los alumnos sacan a luz lo que realizan cada día en la escuela.
Para su aniversario número 80, la institución tiene organizada una serie de actividades solidarias para ayudar a otros establecimientos, dijeron las autoridades.
La matrícula
80 alumnos tiene la escuela Carlos Doncel. La institución funciona en turno mañana y hay varios cursos que tienen "plurisalas". Es decir, hay chicos de distintos grados en el mismo curso, con la misma docente.
La Boero
2.030 estudiantes tiene la escuela Boero. Están divididos en tres turnos. Los alumnos terminan sus estudios en las orientaciones Automotores, Electrónica, Equipos e Instalaciones Electromecánicas y Construcciones.
La campaña
25 bolsas llenas de ropa llevaron los chicos de la escuela Boero para donar a los alumnos de la Carlos Doncel. Cada una de las bolsas fue identificada, pues la ropa fue seleccionada previamente. Además llevaron cajas con juguetes y útiles escolares.
La jornada
4 horas estuvieron los estudiantes de la escuela Boero trabajando, jugando y ayudando a los chicos de la Doncel. Compartieron el desayuno y hasta el almuerzo. Por momentos los varones hasta jugaron a saltar el lazo con las niñas de Media Agua.