Ocho puentes sirven para que 45 familias crucen a diario el canal Benavídez. De esos, uno fue hecho hace unas semanas y otro es un viejo paso de camiones para la época de monda. Los otros fueron construidos por los mismos vecinos, en forma precaria. Son los puentes colgantes de la Villa Giuliani, en Rivadavia, que desde hace décadas son parte del paisaje cotidiano, pero que no dejan de ser un peligro constante para los vecinos que cruzan decenas de veces por día un canal que se cobra la vida de al menos dos personas promedio por año en la última media década, según los registros de este diario.
Hay tres puentes hechos de troncos, maderas y alambres, otro que fue un pequeño y viejo canal (perpendicular al Benavídez) rellenado con ladrillos y cemento, hay un puente de paso vehicular (el de la monda), uno que fue estrenado por la municipalidad hace unas semanas, otro de cemento y uno que simplemente está conformado por dos pilastras que en algún momento sostuvieron grandes transformadores de electricidad. "Los vecinos tuvimos que hacer estos puentes con nuestras propias manos, para no tener que caminar casi hasta la Paula Albarracín de Sarmiento o la Santa María de Oro cada vez que salíamos de nuestras casas", contó Emilce Fernández, una vecina de Villa Giuliani desde hace 20 años.
Accidentes por la falta o la precariedad de los puentes, dijeron los vecinos, hubo siempre, mientras que las familias con niños pequeños no pueden descuidarse jamás con los chicos. Según los archivos de este diario, en los últimos cuatro años hubo un promedio de dos ahogados cada 12 meses en el Benavídez.
La Villa Giuliani tiene unos 50 años y nació como un loteo tras el relleno de lo que era el canal Playa, que luego fue llamado Benavídez. Es un largo segmento de unos 800 metros, que va de la avenida Paula de Sarmiento a la calle Santa María de Oro. Aunque hay vecinos que tienen su propio pasante, especialmente los que viven hacia el Oeste, hacia el sector contrario los puentes son compartidos por más familias, como la de don Lito. Este fue hecho con palos, cubiertos por una chapa para tapar los tramos rotos. Está medio inclinado y tiene dos hierros retorcidos para agarrarse, que muy pocos se animan a usar. "Yo nunca tuve problemas, pero hubo gente que quedó colgando después de pisar y romper un palo. Los arreglos siempre los hizo el dueño del puente", contó Hernán Suárez, otro de los vecinos.
Otra particularidad es que por la calle Andino, paralela al canal, hay unos postes de cemento del tipo cerramiento olímpico, pero sin ningún alambrado protector, a lo largo de unos 200 metros desde la avenida Paula. "Hace muchos años, la municipalidad hizo un cerramiento del canal. Pero lo hizo del lado de la Villa Lourdes y no del nuestro, que era el pedido. El alambrado no duró nada, los de la villa Lourdes se lo robaron a los pocos días", dijo una vecina que prefirió no revelar su nombre.
Precisamente, en este tramo, la Municipalidad de Rivadavia colocó hace unas semanas un puente de hierro. Según informaron, fue a pedido de los vecinos y hay en proyecto instalar otro más. Además, dijeron que mejorarán el alumbrado público, otra queja de vieja data de los vecinos de la villa de los puentes colgantes.

