Es inevitable. De rigor, prácticamente. Pero él ya está acostumbrado. Cada vez que le piden su nombre, sabe que la respuesta tendrá la misma pregunta: ‘¿Como el prócer?’. A Cornelio Saavedra no le queda otra que asentir y sonreír. El hombre es caucetero, trabaja en la municipalidad y ya lleva 48 años conviviendo con un nombre que no pasa desapercibido. Es uno de tantos homónimos de próceres, pero su historia salió a la luz en los últimos días por haber sido un nexo entre la ONG que ayudó al poblado de Casas Viejas a tener una maestra. Si bien dijo que llamarse como el presidente de la Primera Junta llama la atención y provoca algunas risas, para Cornelio Saavedra es todo un placer y contó que colgarse de la fama de tener un nombre patrio tiene más pro que contras.
Hasta ahora, Cornelio no sabe por qué su madre, Sofía Saavedra, le puso ese nombre. ‘Una vez me dijeron que fue por el calendario, porque antes ponían los nombres según la fecha. Pero la verdad que no lo sé’, dijo el caucetero. Igual, es poco probable que haya sido por el santoral, ya que Cornelio nació un 20 de noviembre y entonces le hubiese tocado Octavio o Gregorio.
Cornelio es oriundo de un puesto llamado Ampakama, en Pie de Palo, allí se crió junto a su abuelo; mientras que el resto de su familia aún vive en Casas Viejas. Sólo pudo ir hasta Cuarto grado en una escuela de Las Liebres, cerca del límite con San Luis, a la que iba en mula y tardaba varias horas en llegar. Fue allí que se enteró que se llamaba igual que el hombre que intervino decisivamente en la Revolución de Mayo de 1810.
‘De niño me apodaron Prócer. Y me encantaba. Me empezaron a llamar así en las clases y en los recreos’, contó. Eso sí, nunca actuó como su homónimo en alguna celebración escolar.
Llamar la atención cuando pronuncian su nombre en voz alta en un lugar público, escuchar algunos comentarios de la gente en voz baja o recibir alguna que otra broma son algunas de las cuestiones negativas que vive a diario Cornelio Saavedra. Pero el hombre dijo que las ha sabido capitalizar y no le molestan.
‘No reniego de mi nombre, me gusta. Los que me conocen por primera vez no se olvidan más de cómo me llamo y alguna que otra vez me han hecho una nota en los medios’, contó sonriendo.
El hombre dejó Ampakama en 1993 para buscar otro horizonte. Por entonces tenía 26 años y al poco tiempo encontró trabajo en la Municipalidad de Caucete como recolector de residuos. Y si bien ya está instalado, no deja de volver cada tanto a Ampakama, Casas Viejas o Bermejo para ver a su familia, para quienes Cornelio Saavedra es simplemente Pepe.

