En una sola mañana, 50 vehículos fueron analizados y 8 de sus conductores fueron castigados con actas de infracción por contaminar el medio ambiente. Ese fue el resultado de un trabajo en conjunto entre la Subsecretaría de Medio Ambiente y los alrededor de cien alumnos de Sexto año del turno tarde de la Escuela Antonio Torres. Se trató de una medición de gases y es uno de los tantos trabajos que está encarando toda esta comunidad educativa para cuidar el medio ambiente. A ese proyecto lo denominaron SOS Planeta Tierra y está en ejecución desde hace un año y medio. Con esa bandera, los alumnos trabajan adentro de la escuela y también salen a la calle para educar a los vecinos de las zonas aledañas, hacer observaciones, encuestas y hasta análisis de niveles de contaminación.

Todo comenzó a principios del año pasado por iniciativa de los mismos alumnos, que, ante la mezcla de extraños olores que llegaban a sus aulas, comentaron el tema a sus docentes. Al poco tiempo, la inquietud tuvo su fruto con la elaboración de un proyecto ambiental escolar, que redactaron tres docentes (Liliana Torres, Adriana Blanquier y Lorena Marinero) y que de inmediato pusieron en marcha todos los alumnos del turno tarde del establecimiento.

Luego de un marco teórico, los chicos desde el primer hasta el último año pasaron a la práctica. Ahí empezó la verdadera movida: un trabajo minucioso, lento pero efectivo, que tiene el objetivo de "salvar la ciudad de la contaminación con pequeñas medidas", dijo la docente Liliana Torres. Así, hicieron, junto a Medio Ambiente, una medición de las emanaciones de dióxido y monóxido de carbono de vehículos. La policía paraba los autos y los inspectores ambientales les instalaban a los caños de escape una especie de manguera, que estaba conectada a una pequeña caja. En ese artefacto quedaban registrados los tipos de gases emitidos y sus niveles. Como resultado, ocho conductores fueron multados por los inspectores por superar los niveles permitidos, mientras los chicos registraban el detalle de toda la experiencia en sus cuadernos.

Otra de las tareas fue la de recorrer las calles aledañas al edificio escolar (en pleno centro) haciendo encuestas a los vecinos, comerciantes y agentes de tránsito. Entre los datos que obtuvieron sacaron la conclusión, por ejemplo, de que el 90 por ciento de la gente entrevistada no realizaba ninguna tarea específica para cuidar el medio ambiente; y que, entre los problemas de medio ambiente que más preocupan a la comunidad, estaba la presencia de roedores, basura e insectos en veredas y cunetas del centro. Entre los últimos logros, están la siembra de un retamo (árbol provincial) en la puerta de la escuela y los doce nuevos basureros que instalaron en todo el edificio. "Antes no teníamos ninguno. Usábamos cajitas o cestos de plástico que llevábamos los docentes", dijo Torres.

El compromiso de los chicos como agentes multiplicadores ha sido tal, que los mismos docentes se vieron inspirados a repetir las experiencias y buscar nuevos objetivos. De esta manera, para el 2 de julio próximo ya tienen prevista una charla destinada a escuelas céntricas con la idea de contagiarles su espíritu proambientalista. Además, están haciendo las gestiones para hacer clasificación de residuos adentro de la misma escuela.