Ensordecedor. Los jóvenes tocaron batucada para demostrar su amor a Dios en la VIII Jornada Arquidiocesana de la Juventud que se realizó ayer en el Aldo Cantoni.

 

La cita era a las 9,30 y los chicos la respetaron. Desde ese momento dieron rienda suelta a su fe de manera muy particular: bailaron, cantaron, gritaron y tocaron batucada. Fue durante el desarrollo de la VIII Jornada Arquidiocesana de Jóvenes que se hizo ayer bajo el lema "Dios está vivo y te quiere vivo". Fue en el Estadio Cerrado donde los jóvenes hicieron lío para mostrar su fe en Dios.

El sonido de silbatos, bombos, panderetas y vuvuzelas se hizo ensordecedor. Y la batuta la tomaron los chicos de la Parroquia Nuestra Señora de Andacollo, de Chimbas que tocaron batucada sin parar para demostrar su fe de manera estruendosa. A ellos se plegaron los jóvenes de las demás parroquias de toda la provincia que comenzaron a hacer la ola y hasta desplegaron una bandera gigante que cubrió por completo la tribuna Sur del Estadio.

Pero eso no fue todo. Cuando el grupo coral comenzó a interpretar las canciones programadas, un par de chicas se concentró en el centro de la pista para acompañar la música con una coreografía que el resto siguió desde las tribunas. Fueron cuatro las primeras bailarinas que se animaron a salir a escena. Pero en poco segundos se sumaron 50 más que le agregaron ritmo a ese momento.

A la euforia, los chicos le sumaron también respeto y emoción. Fue cuando José Cardozo, sacerdote de la Pastoral Juvenil, pidió silencio para rezar y encomendarse a Dios. En ese momento, los jóvenes acallaron los bombos y los gritos. Sentados, callados y en una calma total, escucharon al párroco que les pidió que cerraran los ojos y les dijo "Dios les dio la vida y los quiere con vida y felices". A más de uno se le escapó una lágrima ante este pedido.

El sacerdote calló para que el coro le cantara al Espíritu Santo, mientras los jóvenes encendieron la luz de sus celulares para agitarlos desde las tribunas al ritmo de la canción y en completo silencio. Aunque la quietud duró hasta ese momento.

Terminada la canción, los chicos empezaron a hacer palmas cada vez más fuerte y rápido hasta terminar en un aplauso entusiasta. A partir de ahí volvieron a sonar los bombos y a escucharse la euforia de los presentes que se mantuvo con la misma intensidad casi durante toda la jornada. Sólo volvieron al silencio y a la calma cuando monseñor Jorge Lozano y Carlos María Domínguez, obispo auxiliar, llegaron al Estadio para saludarlos.

 

Algunos detalles

 

En honor a María

Durante el desarrollo de la Jornada, un grupo de jóvenes ingresó a la pista del Estadio portando un gran Rosario, realizado con pelotas de diferentes colores. Lo dejaron a los pies de la imagen de la Virgen María que estaba presente. También le dejaron velas encendidas para agradecerle su protección de madre.

Apretujados

Los jóvenes sólo pudieron ocupar las tribunas Este y Sur del Estadio Cerrado durante la Jornada. Las otras dos permanecieron vacías y reservadas para la gente que por la tarde asistió a la ordenación episcopal de Carlos María Domínguez como obispo auxiliar. Por poco espacio los chicos se sentaron hasta en el piso.

Confesiones

En el costado sur de la tribuna Este del Estadio Cerrado se ubicaron los sacerdotes para escuchar la confesión de los presentes. Allí permanecieron casi durante toda la Jornada. Sólo pararon unos minutos al mediodía para comer y descansar. Luego de este corto receso volvieron a completar su misión.

Creatividad juvenil

Además de llevar carteles y pancartas gigantes para identificarse, los jóvenes de las diferentes parroquias de la provincia también asistieron a la Jornada Arquidiocesana portando muñecos gigantes. Fue el caso de los chicos de la Parroquia Cristo Rey, de Caucete.

Amor de padres

Algunos jóvenes participaron de la Jornada en compañía de sus pequeños hijos. Los chicos vivieron el evento con la misma euforia de sus padres y también bailaron al ritmo de las diferentes canciones que interpretó el grupo coral, encargado de la animación del evento.