Todos los días a las 6,30, Raúl Sosa se instala bajo el puente de Circunvalación y Progreso. Pese a los ‘achaques‘ de sus 68 años jamás dejó de ir a vender pan y semitas caseras porque de esa venta depende la compra de sus remedios. No es el único que usa esta avenida para hacer changas. Otras personas también la eligieron para instalar sus puestos de comida y artesanías. El fundamento: la cantidad de gente que transita por el lugar y el no tener que pagar alquiler o impuestos.
‘Lo nuestro no es competencia desleal, sino ganas de ganarnos nuestro propio sustento. Sólo queremos trabajar‘, dijo Sosa que contó que con su jubilación sólo le alcanza para comer. Por eso decidió vender los productos de panificación que elabora una cooperativa. Dijo que eligió instalarse bajo uno de los puentes de la avenida porque es una zona por donde pasa mucha gente y donde puede protegerse en caso de lluvia. Trabaja de lunes a lunes.
Marcelo Marzano eligió el puente de Circunvalación y Scalabrini Ortiz para vender los modelos exclusivos de asadores, parrillas y demás utensilios que elabora de manera artesanal, para beneficio propio y para los demás. ‘Puedo vender los productos más barato porque yo mismo los hago y porque no tengo que alquilar un local. Sé que los comerciantes pueden enojarse, pero es la única forma que tengo de ganarme la vida honradamente‘ sostuvo el herrero.
Lo mismo sostuvo José Guajardo que trabaja en el puente de Circunvalación y España de enero a mayo, época de cosecha de la manzana iglesiana, fruta que vende desde hace varios años y sin descansar ni los feriados. ‘La gente sabe que en esta esquina puede encontrar manzana buena y barata, así que ya tengo una clientela fija más la gente que se suma día a día. La Circunvalación es muy transitada y un buen lugar para la venta‘, sostuvo.
Otro con clientela fija es Ezequiel (prefirió no dar su apellido) que, de jueves a domingos, vende empanadas caseras en el puente de Circunvalación y San Lorenzo. Dijo que es la ‘cara visible‘ de la sociedad que formó con su mamá quien es la encargada de prepararlas. ‘Ella se quedó sin trabajo, pero no quiso quedarse de brazos cruzados. Se compró un horno para cocinar las empanadas. Yo las vendo para que ella no tenga que pasar calor o frío‘, sostuvo el muchacho.
Pero no sólo comidas o artesanías ofrecen los buscavidas en la Circunvalación, sino también servicios. Los fines de semana, un hombre estaciona su camioneta bajo el puente de calle Urquiza con un cartel que dice ‘fletes‘, a la espera de que alguien lo contrate para un viaje.

