San Juan, 29 de febrero.- Entran al salón vestidos de civil y el lugar mágicamente los transforma. Salen disfrazados, con sus grandes narices, pelucas brillantes y ropa de colores. Hacen morisquetas, se ríen, captan la atención. Es imposible no sentirse atrapado por el mundo que proponen.

La tarea, de gran nobleza, no es fácil, pero las ganas son muchas y el espíritu positivo todo lo puede. Los “Payamédicos” salen al ruedo con un solo objetivo: hacer que las personas hospitalizadas olviden, aunque sea por un rato, la enfermedad que padecen.

Para eso, antes de comenzar, se dividen en grupos y se reparten las habitaciones a visitar. Luego pasan por el “Limpio” (de esta manera llaman a quienes realizan el trabajo de desinfección) y recién allí emprenden viaje. Caminan por los pasillos, piden permiso y entran. La interacción entre paciente y médico se da casi de inmediato. Chistes, historias, juguetes, todo sirve para que el momento sea inolvidable. Transportar mentalmente al enfermo es la clave. Y vaya si lo logran. Lo llevan con el pensamiento a donde quiera ir, lo invitan a recorrer lugares, situaciones, a vivir emociones, a olvidar el padecimiento.

Federico Sosa es el referente de esta asociación benéfica sin fines de lucro en el Hospital Rawson. “Nuestro objetivo es tratar que el vínculo paciente – hospital no sea lo de siempre. Es decir, la enfermedad, el médico que viene, los visita y nada más. Tratamos de sacarlos de lo real. No tocamos la enfermedad, tratamos de sacar el lado sano, el lado del juego, de la creatividad del paciente. Incentivamos eso”, dice.

“Payamédicos” es una ONG que se instaló en el país en 2003, de la mano de José Pellucchi. Actualmente cuenta con sucursales en varias provincias. Son cerca de 50 médicos que trabajan totalmente ad honorem y obtienen los recursos necesarios gracias a donaciones. Todo por amor a los demás.

“La idea es desdramatizar la enfermedad, desdramatizar el ámbito hospitalario. Yo trabajo en el Rawson y veo como por ahí falta esa parte humana. Si tenemos un paciente parapléjico que no puede mover las piernas tratamos de hacer alguna actividad en la que mueva la parte de arriba del cuerpo. Ahí uno ve como la gente se empieza a involucrar con los juegos, la familia. Tratamos de reforzar el vínculo en ese momento”, sostiene Federico y agrega: “Traemos alegría a los pacientes que están internados, buscamos sacarlos de la enfermedad en sí y hacer renacer la parte sana, a través del juego, para que se sientan útiles”.

¿Cómo hacen para no verse afectados por las duras historias? No es sencillo. Por eso, cuando terminan con la labor hacen una reunión en la que hablan de los pacientes, qué tareas realizaron y si en algún momento se sintieron “capturados”. “Es importante decir si algo nos tocó, nos hizo sentir mal. Eso no tiene que pasar porque a lo larga nos va a terminar perjudicando”. Para superarlo, los profesionales cuentan con el apoyo de una psicóloga quien los ayuda a lograr un trabajo saludable para ellos y los pacientes
Sin embargo y pese a la buena voluntad, el trabajo no siempre es bien recibido. “Hay gente que no quiere saber nada. Entramos y si vemos que hay un clima muy tenso, se respeta eso. No nos quedamos”.

Los payamédicos trabajan todos los sábados en el Hospital Rawson y en el Marcial Quiroga, para niños y adultos, con una sonrisa de oreja a oreja. Haciendo olvidar las penas, al menos por un rato.