"Somos curanderos, chamanes, conocedores profundos de los yuyos que hay en la naturaleza y visualizadores del karma". El que se presenta con una particular tonada foránea es Pachacútec, un peruano que no revela su verdadero nombre ya que, confiesa, eligió llamarse así en homenaje a un gobernante inca que expandió ese imperio en el siglo XV. El es uno de los que integran los Indios Kollas del Amor, quienes llegaron a San Juan hace seis meses y ganaron popularidad a través de un llamativo aviso clasificado del diario y en afiches callejeros. Ellos accedieron a contar su historia, en la que afirman tener poderes de la Pacha Mama para ayudar a la gente en problemas del amor, del dinero y la salud.

Pachacútec dice que son cuatro los Indios Kollas del Amor, pero que hay dos en Mendoza viajando constantemente. En San Juan, él trabaja junto a Darío Mayta, en una casa de calle Aberastain. Cuentan que pertecen a "la comunidad internacional Kollas del Amor" y que son "descendientes del imperio inca". Los dos nacieron en Cuzco, en Perú, pero desde que se dedican a esto, afirman que van de un lado a otro.

"Somos errantes, pero una vez al año volvemos a nuestro pueblo, para la fiesta del Inti Raymi. Ahí recargamos energías y eliminamos lo residual de los trabajos. Y aprovechamos para ver a nuestras familias", dice Mayta. El Inti Raymi es la fiesta del Sol inca y se celebra cada 24 de junio en las explanadas de la fortaleza Sacsahuamán, cerca de Cuzco.

El autodenominado chamán Pachacútec afirma que los indios Kollas del Amor se diferencian de otros curanderos en que ellos trabajan sólo con "lo bueno" y con rituales con elementos de la Pacha Mama, o Madre Tierra. "Estamos en la tierra para hacer el bien, no el mal. Nosotros podemos ver situaciones dentro de las emociones. A veces una persona busca explicaciones de por qué tiene tanta yeta o lo dejó un ser amado. Y suele pasar que es porque le han hecho una travesura, o una brujería, por lo que su karma no brilla bien", dice.

Pachacútec tiene 53 años, está casado y cuenta que desde hace más de 30 años sintió el llamado de lo que él define como "vocación de chamán". Estudiaba Derecho en una universidad de Perú cuando se dio cuenta de que eso no era para él. "Siempre tuve predisposición, pero creo que cuando uno alcanza la madurez mental para entenderlo se da cuenta de que por más que se estudie otra cosa, se es chamán. Yo tengo 12 hermanos, pero soy el único con un don", cuenta. Y agrega que desde entonces se sometió a la guía de sus padres y a estudios sobre "el poder curativo de la madre tierra".

"Nuestro conocimiento viene de nuestros ancestros, ya de la época de los incas, y se fue transmitiendo de generación en generación. Mi padre tiene 96 años y mi madre 85. Entre los dos tienen casi 200 años de experiencia, por lo que yo no voy ni por la mitad. Me queda un largo camino por recorrer", afirma.

Darío Mayta tiene 33 años, está casado, tiene dos hijos y cuenta que antes era soldado del ejército peruano. "Me crié entre curanderos, chamanes y caciques y siempre participé de rituales. Estuve un par de años en el ejército, hasta que decidí dedicarme a lo mío y a profundizar mis conocimientos. Yo en mi trabajo hago el Camino del Inca, por eso vengo bajando desde el Norte. Pero ahora en junio voy a volver a Perú, para la fiesta del Inti Raymi", expresó.

Aunque su trabajo podría ser leído como una falta contravencional, bajo el argumento de atentar contra la credulidad pública, ellos afirman que su labor no es ilegal, que sólo comparten lo que en su pueblo son prácticas tradicionales y que nunca tuvieron problemas con la ley.

Los peruanos cuentan que la mayoría de sus clientes sanjuaninos buscan un cambio de suerte y ayuda en problemas amorosos. Y que a su consultorio llega gente conocida socialmente. "Hemos ayudado a muchos políticos y también a mucha gente del ámbito jurídico. Y como cualquier ser humano, buscan cambiar su suerte y destrabar sus carreras", indica, sin dar ningún tipo de nombre, Pachacútec, el indio kolla del amor.