“Vengo luchando por verla desde que estaba en pañales”. De ese modo, Luis Camargo define la relación que mantiene con su hija, que hoy tiene 14 años. Después de innumerables presentaciones judiciales y de recibir sucesivas denuncias de parte de la madre de la menor que él asegura haber demostrado ante la Justicia que son falsas, lleva los últimos 7 años sin poder ver a la menor. Y hace unos meses recibió una dura noticia: “La madre de mi hija hizo una presentación para llevársela a vivir a España. Siento que de ese modo va a terminar de borrarme de su vida”, confió. Para agregar: “Siento que sólo a través de una nota en el diario puedo lograr que mi hija sepa que sigo luchando por ella”.

Luis conoció a la madre de su hija hace más de 20 años y luego de 8 años de amistad iniciaron su relación de pareja. Tres años después, en 2008, tuvieron a su hija. Pero pronto, la relación se rompió. A partir de ahí comenzó el peregrinar del hombre para mantener el contacto con la nena.

Según contó, la mujer lo denunció "sistemáticamente" durante años impidiendo el contacto con su hija. A lo largo del tiempo, el caso pasó por tres jueces y el hombre contrató una innumerable cantidad de abogados que nunca pudieron destrabar la situación.

La causa, que se inició en el Primer Juzgado de Menores y actualmente está en el Segundo, es tan larga que el expediente ya tiene 5 cuerpos de más de 800 fojas, mostró Paola Miers, actual abogada del hombre.

“Cada vez que solicité un régimen de comunicación, desde el primer día hace 14 años, la madre me negó el contacto con mi hija. Hice una enorme cantidad de solicitudes por el régimen de contacto y cada vez que se me concedía, luego de litigar durante meses, era suspendido porque ella me hacía falsas denuncias. Demostrar que una denuncia es falsa lleva 8 meses, un año. Y pasaba todo ese tiempo sin poder ver a mi hija. Ese tiempo, para un niño es eterno. Y así, poco a poco, el vínculo con de mi hija para conmigo se fue cortando”, relató el hombre.

Una larga historia

“Mi hija tenía sólo 7 meses cuando solicité el primer régimen de visitas y ofrecí la cuota alimentaria. Hacía dos meses que su mamá no me dejaba pasar tiempo con ella. Inmediatamente, la madre presentó una solicitud de cuota alimentaria, tenencia unilateral y no ofreció régimen de comunicación. Dijo que yo no pagaba los alimentos y puso testigos. Tuve que demostrar que eso no era verdad. Después de casi 6 meses logré una audiencia y pude solicitar las visitas de horas durante dos días a la semana y un día el fin de semana. Después de una larga discusión ante el juez logré un régimen con retiro al cual la madre accedió. Sin embargo, nunca se cumplió. Sólo me permitió visitar a mi hija dos veces a la semana una hora y sin retiro en su departamento. Accedí porque hacía meses que no la veía. Ya tenía un año y medio y me había perdido 6 meses de su vida”, comenzó relatando Luis.

Al tiempo que aseguró: “Igual, cuando iba a su casa ella no me dejaba ni cambiar ni jugar con mi hija, porque decía que yo era torpe”.

Poco tiempo después, llegó otra exposición de parte de la mujer contra el hombre. “Me acusó de hechos de violencia, sin describir cuales. Yo jamás fui citado por el juez, sin embargo, se realizó una reserva de restricción o cesación de régimen convenido. Recién el 9 de junio de 2010, luego de casi un año de litigar, me concedieron las vistas con retiro nuevamente. Pero normalmente llegaba a buscar a mi hija y no estaba. Escasas veces pude verla”, recordó el hombre que es médico.

Dos meses después llegó la tercera denuncia. “Ella mostró una foto de nuestra hija desnuda que había guardado de la única vez que me permitió bañarla. Yo presente todas las fotos de ese día, en las que aparece ella tomando a mi hija en brazos saliendo de bañarla en su departamento. Ella intentó hacerme ver como que yo le sacaba fotos a mi hija desnuda y, basada en eso, pidió la modificación del régimen de vistas. En medio de esta situación me contó que se había puesto de novio y me advirtió que me borraría de la vida de mi hija”, relató Luis.

Y agregó: “Al mismo tiempo me acusó de gravísimos hechos de violencia. Pero la Asesora de Menores advirtió la incongruencia de la denuncia y desestimó el pedido de suspensión de régimen”.

Ante la situación, “informé que la madre no cumplía el régimen de vistas y que me negaba a la nena cuando la iba a buscar -continuó narrando el hombre-. Por eso, pedí que una tercera persona retirara a la nena a fin de evitar nuevas falsas denuncias e incluso accedí a realizar terapia. Sin embargo, a pesar del régimen de visitas impuesto por la Justicia y de todo lo que hice, ella continuó negándome a la nena y haciendo permanentes exposiciones contra mí en la Comisaría”.

Para continuar: “Fue todo tan ridículo que, en una oportunidad, cuando me tocaba pasar las vacaciones con mi hija, me denunció y terminé detenido. Mientras yo estaba en esa situación, ella fue a la comisaría a denunciar que no había retirado a mi hija. El personal policial le respondió: ‘Cómo pretende que la retire, si está preso por su denuncia’”.

Finalmente, el Juzgado solicitó una evaluación psicológica de ambos, pero las denuncias en contra de Camargo continuaban. “En el caso intervino la Secretaría Social De la Corte, con informes de una psicóloga y una psicopedagoga que indicaban que la nena quería estar conmigo y que mi interés era mantener el vínculo con mi hija. Como consecuencia, se fijó un nuevo régimen de visitas y la madre de mi hija se comprometió a no realizar nuevas denuncias policiales. Pero todo siguió igual: las presentaciones judiciales con denuncias falsas se incrementaron y con ellas, los pasos por los juzgados”, recordó el padre.

En agosto del 2013, mientras seguía viendo a su hija a cuentagotas, Luis realizó una demanda penal por impedimento de contacto, pero esa demanda jamás prosperó. “Pasé todo el año 2013 casi sin poder ver a mi hija y solo en contadas situaciones lograba verla una o dos horas. Finalmente, a finales de ese año, logré que me permitieran verla unas horas los sábados. Pero otra vez me denunció”, reveló sobre ese momento.

Y comentó: “El poco tiempo que pasaba con mi hija nos divertíamos, cocinábamos, jugábamos. Pero cuando llegaba su mamá, su actitud cambiaba. Y yo sentía, poco a poco, cómo se iba alejando de mí. La nena llegó a preguntarme si era verdad que yo iba a matar a su mamá. La verdad, no lo podía creer. Así me fui dando cuenta de que de verdad ella quería era borrarme de la vida de mi hija”.

Los problemas para verla continuaron, mi hija siguió creciendo y poco a poco empezó a referirse a mi con las mismas palabras que lo hacía su madre. Para evitar que estas situaciones continuaran, ese año el juez Jorge Toro, ordenó que Luis retirara a su hija acompañado por una asistente social. Luego de dos encuentros del hombre con la niña, la profesional realizó un informe en que aseguró que, al finalizar las visitas, “la niña no quiere irse y su papá intenta convencerla diciendo tu mamá te espera. Tanto al buscarla como al regresarla, ella abraza a su padre. Jamás tuvo oposición alguna con irse con su papá”.

Después, las visitas se cortaron nuevamente por decisión de la madre. “Yo iba a buscar a mi hija y ella atendía el portero y me decía que, no quería verme porque pisé el jardín de su madre, que no quería verme porque no quería que su mamá fuera presa, que simplemente no quería verme, que no quería que yo matara a su familiar, y toda una serie de negaciones de ese tipo”, enumeró el hombre.

Y sostuvo: “De a poco, mi hija realmente empezó a pensar que yo era un monstruo. Cuando ella tenía 5 años yo llevaba meses sin poder verla, aun teniendo régimen de vistas a mi favor. Entonces, intenté retirarla del colegio, pero llegué y al verme empezó a gritar ‘tenés orden de restricción’, con lo cual me avergoncé y me retiré”.

Después de eso, Luis pudo volver a ver a su hija, aunque esporádicamente, y revincularse. Sin embargo, todo volvería a complicarse.

Valoraciones sin respuesta

En el marco de la causa, Miers, abogada de Camargo, indicó: “En 2015 la nena fue valorada por una psicopedagoga que informó que, ‘en ocasiones -la nena- presenta dificultad en la compresión de consignas simples y complejas las mismas deben ser trabajadas de manera más personalizada. Esta dificultad se observa más cuando ella lee de su propia producción. Presenta mayor dificultad en su lecto escritura y al producir de manera espontánea”.

Y agregó que, “increíblemente, dos días después, la madre presentó una nueva oposición a ampliar el régimen de vistas acompañado por escritos de puño y letra de la niña en los que decía cosas como: ‘Me voy a cambiar tu apellido’ o ‘Te voy a meter preso’. Claramente se trataba de escritos copiados, porque la nena era muy pequeña para escribir eso y, al mismo tiempo, el informe de la psicóloga indicaba que era imposible que escribiera así”.

Al mismo tiempo, poco después, por pedido del padre y cuando la niña ya tenía 7 años, la menor fue sometida a cámara Gesell. En el informe, la profesional que estuvo junto a ella indicó que, “se puede visualizar que la menor está altamente influenciada por las vivencias internas no resueltas de la progenitora, que la misma proyecta a la niña. (…) Al no visualizarse riesgos, sería fundamental para el psiquismo de la niña que se estableciera un vínculo con su progenitor como también con la familia extensa paterna”.

Y sugirió: “Que ambos progenitores realicen terapia psicológica, con certificado mensual en este juzgado. Asimismo, la psicóloga tratante de la menor trabaje con ambos progenitores, como así también fortalezca en la niña el vínculo paterno-filial, debido a que es muy importante con el desarrollo emocional de la misma”.

Pero las presentaciones en contra de las medidas continuaron. Y, después de todo eso, en mayo de 2016, el juez Toro determinó: “Encontrándose de hecho suspendido el régimen de comunicación en favor del progenitor respecto de su hija, resuelvo suspender provisoriamente el régimen de comunicación oportunamente otorgado en favor del Sr. Luis Eduardo Camargo respecto de su hija”.

“Al enterarme de semejante dictamen y de que, sin mediar solución, me suspende el régimen, ingresé al despacho del juez y le pregunté qué pasó. Me dijo: ‘No sé qué más hacer, me llamaron casi todos los intendentes, a lo que me sentí derrotado, pero le pedí a mi abogado que lo recuse, ya que todo lo que me solicito el Juzgado lo cumplí fielmente, sin resultados”, aseguró Camargo. En ese contexto agregó: “Tengo que aclarar que el padre de la madre de mi hija era parte del Tribunal de Cuentas y tiene influencias”.

Carmargo aseguró que estaba desesperado: “En julio pedí habilitación de feria invernal y no me la concedieron. Volví a solicitar que se expida de la recusación y no lo hizo. Así siguieron pasando los meses sin poder ver a mi hija. En octubre de 2016, el juez se excusó y la causa pasó a jueza María Julia Camus. En noviembre de 2016, después de más de un año sin poder ver a mi hija, pedí una nueva audiencia. Pero a partir de ahí, todo fracasó”, contó.

Para agregar luego: “Hice de todo en ese tiempo, pero no logré nada. En 2018, cuando mi hija ya tenía 10 años, la Jueza me dio la posibilidad de que me vincule con ella por teléfono dos veces por semana. Le compré un celular en el que le grabé fotos mías y de ella cuando era pequeña y pasábamos tiempo juntos. También le instalé WhatsApp y le avisé a la madre que lo podía buscar. Pasaron muchos días hasta que logré que el teléfono le llegara a mi hija, pero ella nunca vio las fotos, parece que el aparato se reseteó antes de llegar a las manos de mi hija. Aún así, nunca podía hablar con mi hija. Ella no quería y yo escuchaba a la madre desde atrás diciendo ‘decile que no’. Incluso lo grabé”.

“Seguí haciendo presentaciones, nunca dejé de hacerlas. Pero no logré nada. Llevo 7 años sin ver a mi hija, la mitad de su vida”, confió ahora el hombre.

Un duro balance personal

Desesperado por la posibilidad de que su hija se vaya del país, Luis le escribió una carta de puño y letra a la jueza Camus, pero ella se negó a recibirla.

Casi abatido y con la voz quebrada, Camargo aseguró ahora que, “aunque por años intenté acercarme a mi hija, sabía que de a poco la madre lograría borrar los buenos momentos vividos y construir en su psiquis relatos que no existieron. Las falsas denuncias no fueron tomadas en cuenta y nadie le dijo a la madre que estaba cometiendo un delito. Es desgastante tener que soportar injurias y calumnias sin poder hacer nada al respecto. Logré una cámara Gesell en la que claramente se demuestra que la progenitora no da lugar ni físico ni emocionalmente al padre biológico y que sugería la revinculación entre la niña y su padre. Pero nada sirvió”.

“El único contacto que he podido tener con mi hija a lo largo de los 14 años, es la cuota alimentaria”, reflexionó el hombre.

Finalmente, por sugerencia de su abogada, el hombre decidió demandar penalmente por impedimento de contacto, falsas denuncias, amenazas, injurias y calumnias a la mujer. “Dos días después de mi denuncia penal, la madre presentó en sede de Familia un escrito diciendo que solicita permiso para radicarse en España con mi hija. Si lo hace, la pierdo definitivamente y, como la madre pretendía, quedaré borrado de su vida. Ya no sé qué hacer. Sólo quiero volver a verla, poder hablar con ella media hora, incluso en una reunión a la que asistan profesionales, para asegurarle que yo siempre hice todo para poder estar presente en su vida”.