Las seis décadas de un San Juan que renació, evolucionó y ya no está

San Juan cumple hoy 459 años desde su Fundación. Sin embargo, a juzgar por sus renacimientos y su evolución cultural, tiene una historia que parece mucho más larga. Los terremotos, las reconstrucciones, las formas de vida y recreación; las costumbres creadas, recreadas e incluso hasta extintas, marcan un extenso camino. Eso es lo que buscó plasmar DIARIO DE CUYO al revivir a través de la digitalización y sacar a la luz una parte de su archivo de imágenes en blanco y negro, que recorren años desde la década del ’40 hasta los ’90 de parte de una provincia que supo ser y ya no está.

Los 12 envíos, publicados desde el inicio del mes aniversario hasta hoy, comenzaron con una muestra de aquella Ciudad que sólo quedó en recuerdos: la previa al Terremoto de 1944.

Sin la Avenida Ignacio de la Roza, con una Catedral más grande que ostentaba dos torres, con los principales edificios públicos reunidos en torno a la plaza principal: la 25 de Mayo. Este es justamente el único espacio del corazón de la Capital que parece haber quedado inmóvil, suspendido en el tiempo, porque muestra exactamente la misma cara del momento previo a la catástrofe.

Si bien el golpe para San Juan fue inconmensurable, la sociedad logró levantarse, reinventarse. Y ese lamentable hecho sentó la bases para la creación de sus calles anchas y sus edificios más fuertes.

El otro movimiento que causó dolor y conmoción en los sanjuaninos también quedó impreso en el resumen fotográfico. Imágenes más que elocuentes, algunas de ellas que pasaron años en la oscuridad, fueron seleccionadas para mostrar el impacto del terremoto de 1977, con epicentro en Caucete.

Tres décadas después, la voluntad de los sanjuaninos fue puesta a prueba nuevamente y quedó demostrado que se puede aprender del dolor para no tener que volver a pasar por una situación similar.

Ese cambio que vivió la Ciudad, tanto por necesidad como por el paso del tiempo y la innovación tecnológica, se puede observar en las entregas que muestran los edificios, plazas y calles antiguas.

La idiosincrasia y modos de vida también tuvieron momentos y contrapuntos de alto impacto en este lapso. Algunos ejemplos son la celebración por el regreso de la democracia, durante los jóvenes ’80, que cambió por completo el vivir en todo el país y, dentro de él, en la provincia. Y la triste despedida del ferrocarril en San Juan, que se vivió en 1993.

La cultura y las costumbres también fueron mutando, tanto en la fisonomía de la gente como en su entorno y su forma de manifestaciones tan importes para los sanjuaninos como el deporte, la fe y las celebraciones veraniegas.

Así es como aparecen la chaya y el carnaval, símbolos de los febreros sanjuaninos que tuvieron su mayor esplendor entre los ’70 y principios de los ’90.

Y, desde otro lado, las festividades en honor a San Juan Baustista (patrono de la provincia) y San Pedro y San Pablo, fechas durante las cuales todo el pueblo se reunía en torno a decenas de fogatas armadas en los barrios o incluso en el corazón de la Ciudad y se animaba, incluso, a caminar sobre brasas para limpiar su alma.

Sin embargo, tanto en ese entonces como en la actualidad, hay algo que se mantiene inquebrantable en la mayoría de los sanjuaninos, su devoción hacia la Difunta Correa. Caminatas nocturnas hacia el paraje de Vallecito (en Caucete), donaciones de las más diversas, sacrificios que ayudan a cumplir promesas y pedidos desde lo más profundo; se repiten durante Semana Santa con intensidad y son una constante durante todos los años.