No todos los jóvenes que van a fiestas electrónicas consumen sustancias ilegales y menos aún es cierto que quienes siguen este género son drogadictos, pero el uso de drogas sintéticas está estrechamente ligado a esas fiestas y San Juan no escapa a la tendencia. Seis fuentes ligadas a la noche, como dos de organización de eventos y bolicheros, dos especialistas en drogadependencia y dos investigadores de la Policía reconocieron que en la provincia hay al menos una fiesta electrónica por mes, que en promedio movilizan a unos 1.000 chicos y que el uso de las drogas de diseño ya hace mucho tiempo que dejó de ser algo exclusivo de ciudades grandes. La información salió a la luz tras la tragedia en Costa Salguero, en la que fallecieron cinco jóvenes por el supuesto consumo de sustancias químicas.
Promocionadas y en boliches. O privadas y en la más absoluta clandestinidad en casas o fincas. Las fiestas electrónicas tienen su lugar en la noche sanjuanina y uno de los referentes de esta movida hoy se encuentra preso sospechado de vender éxtasis precisamente en los eventos que organizaba.
Quienes se mueven en la noche saben que no todos los jóvenes que asisten a fiestas con este tipo de música consumen sustancias ilegales, pero reconocen que es un nicho ideal. De acuerdo a los bolicheros, hay un mercado de aproximadamente 1.000 jóvenes que se movilizan en las fiestas, una cifra que no es significativa para producir grandes réditos pero que no obstante logró generar demanda tal que se organizan eventos con DJ invitados hasta de otros países y obligan a destinar pistas dentro de los boliches sólo a este género.
Las pastillas, de acuerdo a las fuentes consultadas, no siempre se venden en las fiestas (porque hay controles o porque ahí son más caras); pero sí en las inmediaciones y en algunos casos apuntan incluso a relacionistas públicos de boliches. Por eso, indicaron, las consiguen (y a veces consumen) antes de entrar.
Además, quienes van a estas fiestas revelaron que si bien los bolicheros suelen no “transar” y que hasta refuerzan la seguridad y los controles, se convierten en cómplices al vender el agua más cara que el alcohol.
Es que el consumo de estas drogas sintéticas provoca deshidratación y sequedad de mucosas (se resecan la boca y los labios) y genera una necesidad extrema de tomar agua. De allí que en las fiestas electrónicas, una botella de agua de medio litro puede costar entre $80 y $150.
Por su parte, el público que usa estas sustancias es de clase media y alta, ya que una sola pastilla vale entre $250 y $350, pero ese costo puede elevarse mucho más de acuerdo a su pureza o la dificultad para conseguirla en las fiestas.
Fuentes de la Policía de San Juan informaron que en los últimos años no aparecieron drogas de diseño en ninguno de los operativos antidrogas que realizaron, pero que eso no significa que no existan en el mercado. Es más, en diciembre pasado cayó un relacionista público con 68 pastillas de éxtasis de la más alta calidad, quien ahora está preso y sospechado de comercializar la droga en las fiestas que organizaba. Fue tras una intervención de la Sección Crimen Organizado de la Policía Federal y ahora la Justicia investiga a Christian Bohm, quien era conocido como El Gula y a quien refieren como un referente en ese ambiente.
Aquella detención se produjo días antes de una fiesta electrónica que iba a organizar en un parador del dique de Ullum, que promocionaba como un evento que iba a durar ‘12 horas’. Precisamente, las fiestas electrónicas se caracterizan por su extensión debido a que el consumo de sustancias sintéticas permite que los jóvenes puedan saltar y mantenerse eufóricos durante muchas horas. Por eso, varias de las fiestas en boliches terminan en los famosos ‘after’, que se arman dentro de los locales y finalizan en casas, fincas o salones, ya en reuniones privadas.

