�Hubo escuelas donde las mismas porteras de la institución repartieron la tizas durante la mañana. Como si fuera un día de clases, recorrieron las aulas con las cajas y les dejaron a los presidentes de mesa 3 o 4 tizas. Eran para que a la hora del cierre tuvieran con qué anotar la cantidad de votos en los pizarrones.