De los 25.000 voluntarios que se inscribieron, la sanjuanina Sandra Spollansky quedó entre los 4.500 seleccionados para realizar en Argentina la prueba de la vacuna contra el coronavirus que elaboraron las compañías Pfizer (Estados Unidos) y BioNTech (Alemania). Aunque la médica radicada en Buenos Aires aclaró que recién el próximo 30 de agosto será formalmente parte del estudio.
“Si no me contagio hasta ese día, me pasarán a buscar y me llevarán al Hospital Militar. Por lo que me explicaron voy a estar unas cuatro horas, realizando distintos estudios: serología, test de embarazo, hisopado, historia clínica, examen físico y si me encuentran apta, me explicarán los pros y contras de la prueba. Firmaré un consentimiento y recién me aplicarán la primer dosis, que puede ser la vacuna o el placebo”, describió la ginecóloga y obstetra que actualmente realiza ecografías en diferentes clínicas del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Los laboratorios ya realizaron pruebas con la vacuna a una menor escala, antes de este estudio que comenzó esta semana en Argentina. Está previsto que luego de este paso, las compañías fabricarán 100 millones de dosis y, para el año que viene, 1.200 millones. Sandra consideró que no siente que se exponga a una situación de riesgo de salud considerable, sino que aporta su “granito de arena” para encontrar la solución a la pandemia.
“Me leyeron posibles efectos secundarios, que en realidad son irritación, ardor en la zona de colocación, fiebre, escalofrío, síndrome gripal”, repasó la voluntaria, que agregó que luego de recibir la primer dosis, deberá ir informando en una aplicación diariamente si percibe alguno de esos efectos, además de datos, como temperatura corporal y otros. Tres semanas después acudirá nuevamente para recibir una segunda dosis, aunque nunca -mientras dure el experimento- sabrá si es la vacuna o el placebo. Está previsto que el plazo total de la investigación es de 2 años y Sandra deberá acudir una decena de veces en total.
Sandra afirmó que seis compañeros de trabajo se contagiaron ya con Covid-19, al igual que una amiga, las hijas y ex esposa de su actual pareja (odontólogo que también fue seleccionado como voluntario), para graficar el impacto de la pandemia en su entorno. Y si bien trabaja en el sector de la salud, afirmó que se siente más expuesta en la calle.
“En el trabajo controlo la situación. Uso barbijo, máscara facial, camisolín, guantes. Limpio la camilla y los equipos. En los centros médicos hacemos cumplir el distanciamiento. Pero en la calle se percibe que la gente se cansó de la cuarentena y ya no cumple con el distanciamiento”, comparó Sandra, que debe evitar el contagio hasta el 30 de agosto para formar parte del estudio de la vacuna en Argentina.