El espejo de agua refleja las montañas. Sólo se escucha el sonido de los patos y de las gallaretas. Todavía tímidos pero firmes, los totorales sobresalen para mostrarse más verdes que nunca. Mientras que un par de golondrinas devoran insectos. Esta no es la imagen de un documental dedicado a la flora y fauna de algún sitio remoto. Está a 25 kilómetros de la ciudad sanjuanina, los cerros son las Sierras de Marquesado y el espejo de agua son los humedales del Parque Presidente Sarmiento, que tras cinco años de dura sequía volvieron a formarse. Por eso reaparecieron los totorales y volvieron especies de aves que hace años no sobrevolaban el lugar que se encuentra en Zonda y que es área protegida.
Tanto se expandieron los humedales (unas 200 hectáreas) que tuvieron que modificar la senda para el recorrido que hacen las escuelas. Hasta el año pasado pasaban entre los manchones de agua, ahora sólo pueden observarlos desde la orilla.
“Desde el 2012 que el Parque fue azotado por una sequía y prácticamente los humedales desaparecieron. Este año, por cuestiones climáticas, las lagunas volvieron a formarse”, dijo el encargado de este lugar, Exequiel Salomón. Los humedales de esta zona se alimentan del agua del río San Juan, del dique de Ullum, de las crecientes que bajan de la zona del Puesto de Maradona y de las aguas subterráneas.
Según Dardo Recabarren, director de Conservación y Áreas Protegidas, la existencia del humedal es cíclica, tiene altos y bajos y hay muchos factores que influyen en esto. Cuando baja la napa freática, los humedales tienden a desaparecer y con esto, muchas especies de aves migran y no regresan porque no tienen las condiciones para hacerlo. Es por eso que con el renacer de los humedales también se da el regreso de algunas especies como los patos colorados, el pato maicero y hasta el tero real. Por estos días también es usual ver el cisne de cuello negro.
El Parque Sarmiento es área protegida y tiene unas 748 hectáreas que están bajo protección. Los guardaparques que trabajan allí dicen que el amanecer es la mejor hora del día para disfrutar de las distintas aves. Ellos son los mejores conocedores del lugar, porque pueden “leer” el movimiento de cada especie. Por ejemplo, saben que la cantidad de gallaretas aumenta, al mismo tiempo que desaparecen otras especies, es porque hay contaminación. Saben que las golondrinas son las mejores controladoras biológicas porque comen los insectos y que nidifican al pie del cerro. “Uno está observado muchas horas muchos días, pero también se aprende del lugareño, que nació acá”, contó Dante Recabarren, uno de los cuatro guardaparques que tiene este área protegida. Con la aparición de nuevos totorales, Ambiente busca que los lugareños retomen el trabajo artesanal con la totora.
Las visitas
El Parque Presidente Sarmiento está abierto todo el año ya que durante las 24 horas del día hay guardaparques. Cualquier persona que desee puede visitarlo. En caso de contingentes numerosos, como puede ser el caso de las escuelas, se debe presentar una nota ante la Secretaría de Ambiente y luego de obtener el visto bueno se puede ir directamente al Parque. Los recorridos están guiados por los guardaparques que son los que asesoran.
La misión del lugar
Esta área protegida se creó fundamentalmente para preservar el ecosistema acuático y terrestre, además de proteger a la gran biodiversidad de especies que hay. Por otro lado, como se trata de una especie de esponja gigante (en el lugar están los pozos de agua que se activan cuando hay sequía, para abastecer a la planta potabilizadora de Marquesado), también buscan proteger el agua que sirve además para regar todo el Valle de Tulum.
La extensión de un parque con historia
El Parque Presidente Sarmiento, que está a 25 kilómetros de la ciudad sanjuanina, debe su nombre al prócer. Es que, según el mismo Sarmiento relató en su libro Recuerdos de Provincia, de joven solía pasar los veranos en esa zona de la provincia.
Se la declaró área protegida en 2005, mediante una ley. Se la denomina como Área Natural Protegida y Reserva de Usos Múltiples.
Todo el parque tiene una extensión de 748 hectáreas. Lo que se busca con la declaración, es garantizar el mantenimiento de la biodiversidad.
Para poder acceder a este sitio hay que ingresar por calle Las Moras. El lugar está señalizado y en el ingreso se encuentra el refugio que montó la Secretaría de Ambiente, para los guardaparques y para su preservación.
Una riqueza natural con mucha variedad
Este sitio se caracteriza por la variedad en el ecosistema. En poco espacio se puede observar desde el monte hasta el humedal, a través de la vegetación. Hay muchos algarrobos y ahora están recuperando el bosque nativo con la plantación de especies autóctonas como el aguaribay, por ejemplo. Lo que se busca con esto es colocar árboles que resistan también a las épocas de sequía. En cuanto a la fauna, se puede observar en el parque desde patos maiceros, colorados picazo y barcino. También está el jote cabeza negra y el cabeza colorada, ambos carroñeros. Además hay liebres y zorros. La flora no es menos importante. La especie icónica del lugar es la totora. Durante décadas, los lugareños utilizaron este material natural para hacer sillas y artesanías.