‘Creo que Dios va abriendo caminos y las cosas se dan a su tiempo. Me costó entrar a la vida religiosa, pero el esfuerzo valió la pena’, contó Alba Delicia Arce (59). Ella es una religiosa sanjuanina que cumplió 25 años desde que profesó sus votos y volvió del Vaticano para festejarlos mañana en una misa en la Basílica de Desamparados, a las 21. En Europa, Alba cumple una tarea tan silenciosa como privilegiada. Tiene un cargo directivo en el Archivo General Histórico de la Congregación del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado en el Vaticano y en el Archivo de la Conferencia Episcopal Italiana. Por sus manos pasan textos antiguos, inéditos y clasificados de la Iglesia Católica, a los que guarda y custodia. A la vez, también trabaja en los procesos de canonización de católicos del mundo.

‘Aunque ya es parte de mi vida, al principio me sorprendía poder acceder a textos antiguos inéditos y éditos. Los documentos secretos se encuentran en una especie de cuarto subsuelo, que llamamos búnker. Por cuestiones de protocolo, no puedo hablar mucho, pero entre los documentos que más me impactaron fueron unas cartas desconocidas del papa Pablo VI, porque mostraban mucha humanidad’, relató Alba. Ella fue perfeccionándose y por ejemplo estudió en el Opus Fundatum Latinitas Vaticana, para poder transcribir textos antiguos escritos en latín; egresó del Archivo Secreto del Vaticano y tiene estudios en braquigrafía (ciencia que estudia abreviaturas y le permite detectar documentos falsos). Además, custodia y aporta documentación para los procesos de canonización de diferentes católicos; de hecho la sanjuanina fue la impulsora de este procedimiento para la Madre Carmela Prestigia como, fundadora de su congregación (la del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado), que actualmente es sierva de Dios, el paso previo a ser venerable.

Alba, antes de dedicarse a la vida religiosa, fue docente (daba Música) y pasó por varias escuelas, a la vez que era soprano en el Coro Universitario. Es la mayor de seis hermanas y luego de años de sacrificio, en 1985 logró entrar al noviciado de la congregación en Italia. Profesó sus votos en 1988 y desde el primer momento fue asignada al Archivo. Volvió al país en 2000 y misionó en las entrañas del campo chaqueño. Después la asignaron a San Juan y atendió a 50 niños pobres. ‘Fueron épocas muy difíciles, en las que hasta pedía fiado para darle de comer a los chicos’, recordó. Posteriormente pasó a Buenos Aires, al Seminario Mayor, para dar Espiritualidad Bíblica y Sálmica a los sacerdotes.

Sin embargo, volvieron a llamarla del Vaticano, para avanzar en una reestructuración del Archivo (actualmente lo está digitalizando).

Alba volvió a San Juan hace unos días, para celebrar con su familia y sus hermanas de la congregación sus 25 años de profesión religiosa. ‘De San Juan se puede salir y acceder al corazón de la Iglesia y cuidar para el futuro su patrimonio cultural, apostólico y espiritual. Sólo hay que tener fe en Dios’, señaló.