La agrupación ecologista Greepeace ha descrito las centrales flotantes como auténticas “bombas de relojería”, ya que, aduce, éstas almacenarán casi una tonelada de uranio, y advierte que se necesitará una flota de guerra para garantizar su seguridad. Greenpeace considera que las centrales serán “un regalo para los terroristas” y su emplazamiento en Kamchatka, una zona de gran actividad sísmica, es una irresponsabilidad “inmoral” y una amenaza ecológica global.
