Son ingenieros y técnicos y no usan guardapolvos blancos ni barbijos, sino que trabajan con jeans, camisas y cascos. La probeta no es de vidrio y su tamaño es enorme. Es que para generar terremotos y estudiar su impacto en vigas, columnas y paredes se necesita espacio, imaginación y máquinas que soportan gran cantidad de peso. Así funciona el laboratorio en el que simulan sismos para estudiar cómo afectan los materiales y construcciones, con el fin de prevenir el impacto de los verdaderos sismos y evitar catástrofes. Ese lugar frío y gris está en el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) y, con tecnología que varió con el tiempo, funciona desde la creación del organismo, que el próximo martes cumple 40 años.
El Laboratorio Central que simula los sismos es la joyita. Todos en el Inpres están orgullosos de él. Existe desde los inicios del organismo, pero recién en 1982 comenzó a adquirir tecnología de avanzada. Tiene dos partes: el sector en el que se ensaya los materiales, como hormigón, hierro y madera; y el sector en el que se ensaya estructuras.
El último es como una caja grande de cemento. En él se puede estudiar hasta porciones de edificios. ‘Lo que movemos no es el piso, sino gatos hidráulicos que se enganchan a una muralla y son activados por computadora para mover las estructuras‘, explicó el jefe del Laboratorio, Roberto Veloso.
La base sobre la que se puede hacer eso tiene 17 metros de largo y 9 de ancho. Y el muro, que está lleno de huecos en los que se enganchan gatos, mide 8 metros de alto, 9 de ancho y tiene 2,50 metros de espesor. Al funcionar todo, el gato toca, por ejemplo, una columna y la mueve en sentido horizontal.
Al lado están las máquinas que pueden quebrar una estructura de hormigón logrando que sus trozos vuelen para todos lados. Es un dispositivo que sirve para estudiar la deformación de los materiales al colocar presión sobre ellos. Esa deformación es la misma que genera un movimiento de la tierra. Mientras la presión aumenta, una máquina va plasmando tanto el peso como el nivel de deformación. Hasta que el material queda hecho pedazos.
PARA CONOCERTE MEJOR
Además de las empresas que llevan sus materiales y construcciones para que sean analizadas en el laboratorio, allí van haciendo los experimentos que solicitan desde el área de Ingeniería. A su vez, todos usan los datos que provee la Oficina de Sismología, que detecta, analiza e informa las características de cada movimiento. Ese espacio recuerda a las salas del FBI que aparecen en las películas. Los escritorios están ubicados contra las paredes que, a su vez, están cubiertas de mapas con distintas marcas. Entre ellos, hay pantallas que proyectan datos, que también se pueden ver en 7 computadoras. En el fondo, la reliquia: una enorme máquina que contiene 6 rollos en los que se ve la tranquilidad o el movimiento que perciben 8 estaciones distribuidas en el país.
Los profesionales se ven tranquilos, pero siempre alerta. En la oficina recuerdan que la última vez que corrieron fue después del terremoto de Chile, en febrero de 2010. ‘Ni bien sentimos el movimiento salimos todos de nuestras casas para llegar a la oficina, no importó quiénes estaban de guardia‘, contó Raúl Goubat, uno de los técnicos. Y dijo que cuando el temblor los agarra en la oficina se tiran sobre las computadoras y empiezan a trabajar intensivamente para pasar los datos al laboratorio, que los usa para continuar con los estudios.

