Atrás dejaron la vergüenza, el dolor y la resignación para comenzar una nueva vida. Todo gracias a una cirugía a la que accedieron de manera gratuita. Es por eso que Sergio Castro, Celia Alanís y Hugo Pelaitay le contaron cómo mejoraron sus vidas luego de que les realizara cirugías reparadoras para superar las consecuencias físicas que les provocó una quemadura, los quistes en una mama y nacer con labio leporino, respectivamente. Estas personas son 3 de los 118 beneficiados con el programa nacional Patria Solidaria que contempla la realización de cirugías reparadoras gratuitas. La última tanda de operaciones se realizó hace un par de días en el hospital de Pocito. Fueron 30. Es la segunda vez que se realizan en este centro de salud.
En la niñez fue soportar las cargadas en la escuela; en la adolescencia, la vergüenza de ser el centro de las miradas; y en la adultez, la dificultad de conseguir trabajo por sus problemas de dicción. Así describió su vida anterior Hugo Pelaitay, que nació con labio leporino. El jueves pasado le realizaron la última cirugía reparadora. ’De chiquito tenía problemas para comer y ni siquiera podía jugar a la pelota por los problemas de respiración que me generaba el labio leporino. Y de adolescente no iba a bailar por vergüenza. Pero todo eso quedó atrás. Con esta última cirugía me reconstruyeron por completo la malformación de la cara. Ahora sólo me queda comenzar con la ortodoncia y otros tratamientos odontológicos para quedar bien. Nunca pensé que iba a poder decir esto’, dijo Hugo.
La vergüenza es lo que más acomplejó a Celia Alanís. A los 20 años le descubrieron nódulos en su pecho derecho. Lograron extirparlos con éxito, pero a raíz de la operación esa mama le quedó mucho más chica que la otra sana. Por cinco años esta mujer se privó de usar remeras ceñidas al cuerpo o escotadas. Tampoco se animaba a ir a una pileta para tomar Sol. Pero, todo cambió desde el año pasado, cuando le hicieron una reconstrucción mamaria. ’Cuando me enteré de las primeras cirugías reparadoras que iban hacer fui a anotarme, pero llegué tarde. Me sentí mal porque pensé que nunca más iba a tener la oportunidad de que me operaran gratis. Cuando el año pasado salió en DIARIO DE CUYO la noticia de que volverían a operar y esta vez en el hospital de Pocito, agendé la fecha de las entrevistas a los pacientes para no olvidarme. Ese día madrugué para no quedarme afuera. Hoy me siento una mujer plena. Gracias a esta cirugía recuperé mi autoestima. Ahora, además de encontrarme sana, puedo lucir la ropa que yo quiera’, dijo la mujer.
A los seis años, y por una travesura, Sergio Castro se quemó todo el abdomen y el tórax. Estaba jugando con fuego y se le incendió la remera que tenía puesta. Por 19 años convivió con una gran cicatriz, dolor y extremo cuidado. No sólo tuvo que proteger esa zona del Sol por todo este tiempo, sino también de los mínimos golpes que podrían lesionar más aún la piel. ’Durante estos años tenía una especie de colgajo de piel que me tiraba y hacía doler. Era como una bolsita que si la tocabas se rompía. Por eso no podía ni jugar tranquilo incluso tenía que tener cuidado de no dormir boca abajo. Y cuando, ya de grande, comencé a trabajar en mantenimiento del Centro Cívico tuve que cuidarme más aún. Pero desde el año pasado que me operaron por primera vez, estoy más relajado. Me hicieron un injerto de piel que mejoró mucho la zona dañada. Puedo decir que tengo una nueva y mejor vida desde aquella operación. Ojalá que sigan haciendo estas cirugías reparadoras gratis que te devuelven las ganas de seguir vivo’, dijo el joven.

