Muy desenvuelta a la hora de moverse y hablar. Fanática de la literatura bélica y religiosa y temerosa de abrir la puerta de su casa. Así, es Susana Marinero, una mujer que vive en el corazón de la Villa América y que según ella no tiene dinero para subsistir porque tienen sus haberes retenidos ‘por personas vinculadas a la Justicia‘. La mujer, que dijo tener 57 años, explicó que vive gracias al apoyo que le dan sus vecinos y ‘esa gente (por los que supuestamente le retienen su jubilación) que le paga la luz‘. Los vecinos dijeron que sería bueno que reciba algún tipo de asistencia pues vive en estado de abandono y al parecer tiene algún problema psiquiátrico.
Dentro de la oscura casa, la mujer, que alguna vez tuvo su cabello rojizo y ahora lo tiene totalmente blanco, contó que vive en la esquina de Perú y Falucho desde adolescente. ‘Ahora estoy retenida. No me pudieron meter en la cárcel porque no hay pruebas. Pero me retienen los fondos, los haberes. Y esas personas son los que me tienen que dar para la subsistencia. Ellos, los que me han sacado hasta los documentos, son los que me mantienen, los que pagan la luz y me dan de comer. Pero, mis vecinos también me ayudan mucho‘, dijo Susana que es reconocida por toda la gente del barrio.
Susana vive sola, desde hace muchos años según la gente de la zona. Ella dijo que tiene hermanos pero que no los ve por su complicada situación judicial. ‘Eso me tiene aislada y si yo hablo y cuento la verdad corre riesgo mi vida. No me darían más de comer‘, dijo entre frases confusas.
Con un gorro de lana azul, dos trenzas cortas atadas con cintas rojas y los pies mojados de tanto regar las plantas que tiene en el enorme jardín de su casa dijo que su única compañera es su gata Gaga. Que pasa los días sola encerrada por miedo a los robos y que sólo abre la puerta cuando algún vecino le trae algo para comer o ropa usada.
En el living de su casa unos sillones antiguos, retratos de familiares colgados en las paredes, mesas llenas de tierra y algunos aparadores tapados con manteles tejidos al croché, son parte de la soledad en la que vive la mujer. Mientras habló de su bisabuelo desaparecido, de su madre que tuvo que dejarlos y se apoyó en varios mapas planisferios que tiene pegados en la pared de su casa, Susana contó que no tiene gas y que se calienta con una fogata que suele prender en el enorme patio de su casa.
Ante esta soledad y la falta de recursos algunos vecinos contaron que la ayudan todos los días. Aunque muchos no quisieron dar sus nombres, dijeron que le llevan comida y hasta ropa para que pueda cambiarse. ‘Sabemos que vive solita desde hace mucho y siempre la vemos limpiando la vereda. Pero su estado es muy feo. Necesita más ayuda‘, dijo María Arancibia, una de las vecinas que suele brindar asistencia.

