Patricia Sesma es docente, pero no es una fanática de las lapiceras de colores. Colecciona cactus. Tiene 500 especies de esta planta cultivadas en su casa a las que cuida como si fueran sus ‘hijas’. Además, integra un grupo de 900 cactuseros que se reúnen en el Parque de Mayo una vez al mes para compartir su amor por los cactus.

En el fondo de la casa de Patricia ya no queda espacio para sentarse a tomar Sol ni matear. El lugar se ha convertido en una especie de vivero pero donde sólo hay cactus de diferentes formas, tonos y tamaños. Ese es el primer lugar de la casa que Patricia visita cada mañana al amanecer. ‘Apenas me levanto voy al fondo a saludar a los cactus porque siento que me dan energía positiva. Al principio, mi familia me decía que estaba loca, pero ahora comparte mi pasión por esta planta’, dijo la mujer.

El fanatismo por los cactus le surgió hace muchos años cuando usó una de estas plantas para hacer un adorno para su casa. Al ver que se mantenía en excelente condiciones, pese a los pocos cuidados, comenzó a investigar más sobre esta especie en Internet. Aprendió sobre que variedades hay en la provincia, cómo se cultivan y cuáles son los cuidados que requieren. De a poco, comenzó a comprar diferentes especies en los viveros. Aunque la mayor cantidad la consiguió por trueque. ‘Me enteré de otros cactuseros en San Juan y me puse en contacto con ellos. Así nació un grupo que ahora tiene unos 900 integrantes. Nos reunimos en el Parque de Mayo los segundos domingos de cada mes. En los encuentros cada uno lleva una macetita con una especie de cactus para intercambiarla por otra. Pero yo también hago trueque con desconocidos. Cuando en una casa veo que tienen una especie que yo no tengo, visito a la dueña y le ofrezco uno de mis cactus a cambio de un hijito del suyo’, dijo Patricia.

Con el correr del tiempo y el intercambio de experiencias con los demás cactuseros, esta maestra aprendió algunos secretos sobre el manejo y el cuidado de los cactus. Aprendió a regarlos con un té de cáscara de banana para que crezcan fuertes y sanos, y también a reconocer cuándo sufren. ‘Los cactus que tenía en el comedor comenzaron a adelgazar y a estirarse. Me explicaron que era porque los afectaba tanto la calefacción como el aire acondicionado. Desde entonces, ninguno de mis cactus está dentro de la casa’, dijo.

Patricia trabaja en tres escuelas, durante la mañana, la tarde y la noche. Pero, el poco tiempo para descansar no le impide disfrutar de sus cactus y hasta pasarse toda la noche a la espera de que alguno de ellos florezca. ‘Algunas de las especies que tengo florecen únicamente de noche. Cuando llega la época, me siento al lado de ellas a esperar que florezca para tomarle una foto. Paso toda la noche en vela y tomando café para mantenerme despierta, pero vale la pena’, dijo.