�María Ana Erize, uno de los casos más emblemáticos del proceso, era una joven muy bella que incluso llegó a ser tapa de revistas de moda de la época. Y, cuando todo indicaba que podía llegar a tener una carrera comprometedora, dedicó su vida al trabajo social y en esa condición llegó a San Juan.
Acá fue secuestrada de la puerta de una bicicletería en Trinidad y nunca más se supo de ella. Testigos de aquella época dijeron que incluso los militares que la detuvieron se jactaban ante la tropa de haber violado “a la francesa”.
Al parecer, Erize venía huyendo de los militares que arrestaron a su pareja en Mendoza. Vivió refugiada en la casa de Juan Carlos Cámpora, en el barrio Edilco, en Rawson, quien también desapareció.