Nélida Bazán abre las puertas de la calesita ubicada en el Parque de Mayo sólo para realizar tareas de limpieza y mantenimiento. Hace un año, más precisamente desde que inició la pandemia, no puede encender las luces y así dejar que la magia del tradicional juego que funciona en el parque desde 1979, enamore a los más chicos.
“La situación ya es desesperante, hace un año que no puedo abrir y no genero ningún tipo de ingresos. Con mi hija vivimos en la casa con mi papá y si no fuera por su jubilación estaríamos en la lona”, contó Nélida muy angustiada. Y agregó: "La situación la hizo pública una maestra de la escuela de mi niña porque cuando voy a las reuniones no puedo contener el llanto por no poder trabajar y tener algo de dinero".
El relato de la mujer que desde hace 21 años tiene la concesión de la calesita continuó mientras hacia su tradicional recorrida matutina: “Yo tengo cinco personas que trabajan acá y están sin poder ganarse un mango, nunca recibimos ningún tipo de subsidio o ayuda. Me duele el alma cuando voy por la Libertador y veo todos los restaurantes y bares llenos de gente, incluso algunos sin respetar la distancia social y llego acá y la calesita está oscura y sin niños”.
Cabe destacar que la calesita es la única atracción infantil que aún funciona en el Parque. Este juego sobrevivió a otros tradicionales del lugar que ya desaparecieron como los botes del lago y el clásico trencito que recorría todo el predio
“La calesita es parte de mi familia, es como un integrante más. Fue de mi papá, ahora es mía y quiero que sea de mi hija, aunque ella quiere irse del país para apostar en otro lado. Ojalá alguien se apiade y nos deje trabajar. Tenemos todas las medidas de seguridad para hacerlo, creo que las autoridades están pensando más en los grandes que en los chicos, los niños necesitan el aire libre, necesitan la magia de la calesita, necesitan la recreación”, sentenció Nélida.
El testimonio de Nélida, la dueña de la calesita:
La mujer que lleva adelante el predio donde también funciona un pelotero, una cama elástica y un pequeño kiosco dijo que su intención es volver al ruedo lo antes posible, pero no descarta la posibilidad de "levantar" todos los juegos y llevarlos a otro lugar donde le permitan trabajar.
"El protocolo lo tenemos: los chicos deben ingresar máximo de a cuatro y con tapaboca, habiéndose colocado alcohol gel en las manos, respetando el distanciamiento social. Juro que ahora trato de no venir los domingos, porque algunos niños se meten y quieren subirse a la calesita y yo llorando les digo que no pueden estar acá, que si los ven me pueden hacer problema a mí", finalizó Nélida.