Cristrian Jiménez es sanjuanino, oriundo de Villa del Carril, pero desde hace muchos años vive en La Pampa y hace unos meses confesó la pesadilla que vivió durante mucho tiempo producto de los abusos sexuales a los que fue sometido por su tío sacerdote, Hugo Pernini.

Relató lo que para él fue un momento de sanación y recordó cómo empezó todo. En 1998 su padres se divorciaron y dos años después, su mamá decidió llevarse a sus tres hijos a La Pampa a vivir con su hermano sacerdote en la Parroquia. Pero, antes, en 1999, cuando Cristian tenía 14 años, Pernini vino a San Juan y en la casa de su abuela abusó sexualmente de él.

Con la mudanza hacia donde vivía su tío, los ultrajes se hicieron más constantes hasta que en el 2004, su mamá recibió una casa y pudieron alejarse de la iglesia. Cristian cumplió su mayoría de edad, conoció a su esposa y con ella tuvo dos hijos que actualmente tienen 12 y 7 años. Su vida continuó pero en el 2019, el calvario le removió la conciencia nuevamente: un joven, que iba a la iglesia, denunció a su tío.

Hugo Pernini.

"Agustín fue el responsable de que yo haya liberado esta carga que hace tiempo tenía", resaltó Cristian en diálogo telefónico con DIARIO DE CUYO. El joven pampeano denunció que fue abusado entre el 2007 y 2008 por el sacerdote que encabezaba la iglesia a la que asistía. Por fortuna, lo hizo antes que prescribiera la causa y los fiscales "hicieron un excelente trabajo de investigación" que terminó con Pernini condenado a 12 años de prisión.

En diciembre del 2021, Cristian se sentó frente al juez y sin mediar palabra su llanto afloró. "Me quebré y confesé todo", enfatizó. Previamente, el sanjuanino había sido contactado por su tío, la abogada y su mamá para que testificara a su favor, desmintiendo todo lo que había dicho Agustín y la información que habían recolectado los fiscales de la causa. Es más, le dijeron que hablara bien de su tío y que declarara que la pornografía que habían encontrado en la computadora del sacerdote era de él para que le bajaran la pena. "Querían que mintiera como lo hizo mi mamá y un sinfín de testigos falsos", resaltó.

Pero aprovechó la situación para desenmascarar a tu tío. "Al hablar, me sané. Fue liberador. Le pedí disculpas a Agustín por no haber hablado antes y di detalles de todo lo que hizo conmigo. El juez me creyó", resaltó y el letrado ratificó la condena de 12 años. Tiene prisión domiciliaria y vive en la casa de la mamá de Cristian.

El sanjuanino tuvo un proceso antes de poder declarar, habló con su esposa, a quien conoció en el entorno de la iglesia, pese a que él no era parte del círculo de feligreses. "Ni ella ni nadie sabía lo que yo había sufrido. Me contuvo y me alentó a hacer lo que correspondía. Siempre estuvo de mi lado pero mi mamá y la familia de ella en San Juan, no. Desde ese momento, no me hablan y solo tengo contacto con la familia de mi papá", expresó.

En la actualidad, integra la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina con el fin de ayudar a otras víctimas como él que dudaron en denunciar. "La contención es lo más importante y que sepan que alguien les cree. Mi tío era el ídolo de muchos porque ayudaba a los humildes pero esa era su arma de llegar a los niños indefensos y vulnerables", sentenció.

El 6 de abril, se elevará la documentación del testimonio de Cristian y el Tribunal de Impugnación Penal debe ratificar la condena y "todo se encamina para que vaya a la cárcel", se esperanzó Cristian y cerró que siente que lo que él padeció se hizo justicia a través de Agustín.