‘La primera expedición de paleontólogos hecha exclusivamente para buscar fósiles en Ischigualasto, fue una casualidad. El grupo vino a Argentina para trabajar en Mendoza. Pero no encontró nada y se trasladó a San Juan para probar suerte‘, aseguró Oscar Alcober. Esta afirmación, forma parte de la historia desconocida sobre el hallazgo de Ischigualasto como depósito de dinosaurios del Triásico. El paleontólogo sanjuanino realizó una investigación para presentarla en un trabajo sobre ese Parque, que se publicará en una prestigiosa revista de Paleontología (ver aparte).

Los paleontólogos sanjuaninos conocen al dedillo el Ischigualasto de hace 245 millones de años y las características de los dinosaurios que lo habitaron. Pero hasta ahora, no tenían claro los detalles de su descubrimiento. Por eso, Alcober se sumergió en la biblioteca de Harvard y observó las cartas que se enviaban entre sí los paleontólogos. Así armó una especie de rompecabezas.
Encontró los escritos de Alfred Romer (científico de esa Universidad) y las personas que, junto a él, recorriendo por primera vez el Valle de la Luna, en busca de fósiles. Según Alcober, fue un mendocino, José Luis Minoprio, quien trajo al equipo a Argentina. Él conoció a Romer en 1953, en Estados Unidos. ‘Ese contacto marca la historia de Ischigualasto. Según las cartas, Minoprio le insistió mucho a Romer para que viniera‘, contó Alcober.

Romer, empezó a preparar su viaje y se contactó con gente de los museos de Buenos Aires y La Plata. Con ellos, firmó un convenio para poder trabajar en Argentina y llevarse los hallazgos.
Las primeras tareas del equipo, en 1958, se dedicaron a los afloramientos de Mendoza, pero no tuvieron éxito. Eso los llevó a probar suerte en Ischigualasto. ‘No pude determinar cómo se enteró Romer de la existencia de Ischigualasto. No encontré cartas o documentos en los que hablará de él, antes de su viaje. Probablemente, conocía las huellas o el cráneo hallados casualmente, en años anteriores‘, dijo Alcober. Y agregó que ‘esa expedición a Ischigualasto sí es conocida. El equipo halló lo que Romer describe como el sueño de cualquier paleontólogo. Un campo virgen lleno de fósiles‘. Esa fue la expedición en la que participó el periodista de DIARIO DE CUYO, Rogelio Díaz Costa, y acuñó el nombre Valle de la Luna.

La tarea en San Juan fue dura, según el libro que escribió Jim Jensen sobre la campaña. El equipo no estaba preparado para el hallazgo y la zona era inhóspita. Para conseguir los materiales más simples, como el yeso, tenía que hacer largos viajes. ‘Salían por la mañana, llegaban a Mendoza por la noche, dormían, compraban el yeso y emprendían el regreso‘, contó Alcober.

Tras meses de trabajo, el equipo regresó a Estados Unidos y envió los fósiles que halló, a ese país. Pero el éxito en Ischigualasto despertó celos en Argentina y complicó las cosas a Romer. Por un lado, se incumplió con los aportes de dinero que se había pautado en el convenio. Por otro, los fósiles quedaron mucho tiempo detenidos en la Aduana.

‘Además, un año después, se enteraron en Tucumán del hallazgo de Romer y decidieron explorar Ischigualasto‘, comentó Alcober. Y dijo que ‘hay quienes ven la campaña iniciada desde Tucumán por Osvaldo Reig, como una reivindicación nacionalista, otros como una usurpación. Sobre todo, si se tiene en cuenta que Del Corro, que acompañó a Romer e hizo los mapas, le proporcionó esos documentos al grupo local‘.

Al pasar por los mismos lugares que el otro equipo, Reig encontró fósiles del mismo dinosaurio que había hallado Romer, los describió antes que él y pasó a la historia como el hombre que encontró el primer dinosaurio en Ischigualasto, el Herrerasaurus.

INVISIBLES

‘Me llama mucho la atención que, antes de los hallazgos, distintos especialistas recorrieron Ischigualasto sin ver su potencial paleontológico‘, contó Alcober.

Los primeros datos sobre la geología del lugar datan de 1889 y pertenecen a Adolf Stelzner, pero él no describió la cuenca triásica de Ischigualasto. El que lo hizo, fue Bondenbender, en 1911. Aunque, no hizo referencia a los fósiles.

Recién en 1927, se encuentra una pista sobre los dinosaurios. Fue cuando, buscando carbón, Remigio Rigal, encontró las huellas fósiles de un animal. Ellas, se convirtieron en la primera evidencia de presencia de reptiles triásicos, en Ischigualasto. Sin embargo, no generaron nuevas investigaciones.

Ya en 1940, Joaquín Frenguelli, de la Universidad de la Plata, inicia un estudio geológico en la zona Oeste de la cuenca. A su vez, Arnold Heim es enviado para evaluar el carbón. En un informe, Heim habla de los esqueletos que encontró, incluso publica la foto de un cráneo. No se sabe bien si Frenguelli o Heim, le hacen llegar a Angel Cabrera el cráneo de un cinodonte, que Cabrera describe en 1943 y bautiza como Exaeretodon Frenguelli. Este es el primer fósil ischigualastense en ver la luz científica, sin embargo no despertó interés por buscar más.